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Blanco y negro. Ausencia y exceso. Sólo en los límites entiendo la entrega y la abstracción. Me fascina el blanco y el negro. Simulacro de luz. La ausencia seduce a la presencia diría Baudrillard. A mí me seduce la voz de Chet Baker cantando I remember you, a cualquier hora de la madrugada, mientras su trompeta expulsa fotografías tomadas por Yousuf Karsh. Cientos de retratos estrellándose frente a mí como dominós aéreos.(trompeta-piano-voz-y un Einstein de manos cruzadas)
Han pasado varias minutos, varias canciones, varias fotografías... y todo sigue en blanco y negro. Chet Baker me sonríe con sus labios destrozados (como aquella vez en la que unos dealers en San Francisco se quedaron con la parte superior de su dentadura y le fracturaron la mandíbula tras una paliza).
-Siento no haber llegado a tiempo para ayudarte -le digo a Baker-. Apenas conocí Frisco el verano pasado.
-No hay problema -responde-. Tampoco pretendo que seas mi heroína.
-No era mi intención salvarte. Pero te advierto que puedo ser adictiva.
-Me gusta. No te vayas.
-Tranquilo amigo, me quedaré. Lo único que te pido es que sigas cantando.-No era mi intención salvarte. Pero te advierto que puedo ser adictiva.
-Me gusta. No te vayas.
Baker me sonríe con la boca vacía. Lo único que en ella queda es el west coast jazz de los años 50. Me canta "Grey December" mientras voy limpiando la sangre de sus labios. Youmash nos dispará con su cámara y saca la mejor de sus fotografías. Alguien abre la puerta. El cuarto oscuro se enciende. El rollo se echa a perder. Baker sigue cantando.
Acabo de escribir estas líneas a la memoria de Chet y Youmash. El jazzero norteamericano y el fotógrafo turco nacieron un día como hoy. ¡A su memoria!