El hombre imaginario
vive
en una mansión imaginaria
rodeada
de arboles imaginarios
a
la orilla de un río imaginario.
De
los muros que son imaginarios
penden
antiguos cuadros imaginarios
irreparables
grietas imaginarias
que
representan hechos imaginarios
ocurridos
en mundos imaginarios
en
lugares y tiempos imaginarios.
Toda
las tardes imaginarias
sube
las escaleras imaginarias
se
asoma al balcón imaginario
a
mirar el paisaje imaginario
que
consiste en un valle imaginario
circundado
de cerros imaginarios
Sombras
imaginarias
vienen
por el camino imaginario
entonando
canciones imaginarias
a
la muerte del sol imaginario.
Y
en las noches de luna imaginaria
sueña
con la mujer imaginaria
que
le brindó su amor imaginario
vuelve
a sentir el mismo dolor
ese
mismo placer imaginario
y
vuelve a palpitar
el
corazón del hombre imaginario.
Poesía chilena de hoy. Selección Erwin Díaz. Ed. metales pesados. Chile 2012.