domingo, octubre 28, 2012

Next Stop: Santiago


Ya lista para viajar a Chile, iré a la Feria Internacional del Libro, sin libro, o por lo menos no el que pensaba, los que pensaba. Ayer se supone que iba a recibir la publicación de mis "Partituras Incompletas (apuntes de música y otras obsesiones)", en Cuenca, pero naranjas. Y de otra Antología de poesía ecuatoriana (coordinada en Quito y publicada en Perú), de la que hasta el momento no he recibido nada, ni una sola copia, por lo menos de las siete iniciales que me correspondían. Ni bien llego al país, pin pon pin pon pin pon, pelotita para aquí, pelotita para allá, una mierda. Entiendo que pasan imprevistos, pero lo que está en UNO está en UNO. Se trata de la palabra. Hay quienes se pasan criticando ciertas cuestiones culturales, y al final caen lo mismo. Se trata de respeto, pido lo mínimo. Vuelvo entonces a mi abuelo, el sastre, quien nunca fue hombre de letras, pero siempre fue un hombre de palabra. Un gran hombre. Pero ese es un punto y aparte.

Ahora de frente al viaje. Totalmente recargada. Mis lecturas serán el 9 y 10 de noviembre, pero me voy mañana, a la madrugada, a recorrer Santiago y otros lugares aledaños. Los amigos, el pisco, los abrazos acumulados, voy tras la pista de mi amiga de la infancia, y la posibilidad de encontrar una máquina de escribir vieja y de color verde.

No voy con las manos vacías, llevo unas cuantos poemarios que me quedaron de San Francisco. Y, sobre todo, llevo poesía para regalar. Sí, poemas sueltos, poemas que entregaré al azar. Por eso también he trasnochado. Porque transcribí algunos poemas que regalaré al final de mis recitales. Seré la única poeta sin estante, la única que reparta versos de forma ambulante. Esa idea también me encanta. Si tuviera galletas de fortuna metería todos mis poemas dentro. Las dejaría en las mesitas de los Cafés o en las barras de las cantinas que visite. Afuera de las iglesias y bajo los árboles de alguna plaza. Unas serían encontradas, abiertas, devoradas. Y allí el poema, como una semilla. Otras, desde luego, pasarían desapercibidas, trituradas, olvidadas. Como todo en la vida. Y sin embargo: la Poesía existe, independientemente de quien la escriba, de quien la descubra. Pronto estaré por las nubes. Y al descender, una vez más, la intuición será mi mapa.