Ya
lista para viajar a Chile, iré a la Feria Internacional del Libro, sin libro, o
por lo menos no el que pensaba, los que pensaba. Ayer se supone que iba a
recibir la publicación de mis "Partituras Incompletas (apuntes de música y
otras obsesiones)", en Cuenca, pero naranjas. Y de otra Antología de poesía
ecuatoriana (coordinada en Quito y publicada en Perú), de la que hasta el
momento no he recibido nada, ni una sola copia, por lo menos de las siete
iniciales que me correspondían. Ni bien llego al país, pin pon pin pon pin pon,
pelotita para aquí, pelotita para allá, una mierda. Entiendo que pasan
imprevistos, pero lo que está en UNO está en UNO. Se trata de la palabra. Hay
quienes se pasan criticando ciertas cuestiones culturales, y al final caen lo
mismo. Se trata de respeto, pido lo mínimo. Vuelvo entonces a mi abuelo, el
sastre, quien nunca fue hombre de letras, pero siempre fue un hombre de
palabra. Un gran hombre. Pero ese es un punto y aparte.
Ahora
de frente al viaje. Totalmente recargada. Mis lecturas serán el 9 y 10 de
noviembre, pero me voy mañana, a la madrugada, a recorrer Santiago y otros
lugares aledaños. Los amigos, el pisco, los abrazos acumulados, voy tras la
pista de mi amiga de la infancia, y la posibilidad de encontrar una máquina de
escribir vieja y de color verde.
No
voy con las manos vacías, llevo unas cuantos poemarios que me quedaron de San
Francisco. Y, sobre todo, llevo poesía para regalar. Sí, poemas sueltos, poemas
que entregaré al azar. Por eso también he trasnochado. Porque transcribí
algunos poemas que regalaré al final de mis recitales. Seré la única poeta sin
estante, la única que reparta versos de forma ambulante. Esa idea también me
encanta. Si tuviera galletas de fortuna metería todos mis poemas dentro. Las
dejaría en las mesitas de los Cafés o en las barras de las cantinas que visite.
Afuera de las iglesias y bajo los árboles de alguna plaza. Unas serían
encontradas, abiertas, devoradas. Y allí el poema, como una semilla. Otras,
desde luego, pasarían desapercibidas, trituradas, olvidadas. Como todo en la
vida. Y sin embargo: la Poesía existe, independientemente de quien la escriba,
de quien la descubra. Pronto estaré por las nubes. Y al descender, una vez más,
la intuición será mi mapa.