No
disimular nada ni ocultar nada, escribir sobre las cosas más cercanas a nuestro
dolor, a nuestra felicidad, escribir sobre mi torpeza sexual, el sufrimiento de
Tántalo, la magnitud de mi desaliento –creo entreverlo en sueños–, mi
desesperación. Escribir sobre los necios sufrimientos de la angustia, la
renovación de nuestras fuerzas cuando aquéllos pasan; escribir sobre la penosa
búsqueda del yo, amenazado por un extraño en la oficina de correo, un rostro
apenas entrevisto en la ventanilla de un tren; escribir sobre los continentes y
las poblaciones de nuestros sueños, sobre el amor y la muerte, el bien y el
mal, el fin del mundo.
(Diarios. Ed. Emecé. Buenos Aires, 2007)