Hace
varias semanas, sentada en Caffe Trieste, vi a una pareja que me llamó la
atención, él cargaba su cámara y ella una pequeña niña en brazos. A pesar de
que creía que se trataban de unos turistas más, percibí algo en ellos que los
hacía distintos, la mirada de el hombre sobrepasaba la inmediatez, la novelería.
Los escuché hablar en francés, y mientras ella jugaba con la niña, él trazaba líneas
y apuntes en su cuaderno. Volvieron al siguiente día y al siguiente y al
siguiente. Y sin conocernos habíamos creado ya una especie de complicidad
propia del barrio. Lo llamé "el fotógrafo francés" y empecé a
escribir algunas impresiones que me causaba. Luego le perdí la pista, y me dio
mucha pena no haber llegado a conversar. Al cabo de unos días, en la misma mesa
Mark y yo conocimos a un grupo de jóvenes, Julie, David y Fabian, con una energía
muy especial, venían de Suiza como parte del grupo de trabajo del artista Yann
Marussich, su nombre no me resultó conocido, pero en cuanto empezaron a
describir lo que hacía me llamó mucho la atención. Nos contaron que Yann estuvo
décadas dedicado a la danza contemporánea y su trabajo como coreógrafo en las más
prestigiosas Compañías, hasta que un día decidió dejar todo ese movimiento por
otro tipo de "danza", la de la inmovilidad del cuerpo. Nos contaron
que entre las múltiples performances que Yann ha realizado estaban las de la
desnaturalización del espacio, la provocación, el riesgo, me mostraron una foto
en la que aparecía en una tina de baño con 63 kilos de vidrio roto encima y
como de a apoco iba saliendo, en otra estaba suspendido en el aire con cuerdas
de pescar, envuelto con una especie de plástico y sobre toda la foto que acompaña
esta nota, donde básicamente Yann se sienta como meditando hasta empezar a
llorar y sudar una tinta azul, sin mover un solo músculo. Me llamó tanto la
atención que dije que esperaba conocerlo algún día, ellos me dijeron que Yann
suele venir casi a diario a Caffe Trieste, entonces empecé a atar cabos y era él!!
"el fotógrafo". Les pedí que le dijeran que la muchacha de la esquina
que pasa con los libros en la mesa, escribiendo y hablando con los viejos, le
mandaba un saludo. Sabía que me reconocería. Así lo hicieron y al siguiente día
nos presentamos formalmente y no hemos parado de conversar. Puedo decir con
certeza que Yann es uno de las personas más interesantes que he conocido en le último
tiempo, sencillo y de una mente prodigiosa. Su historia de amor también es
interesante, a la que ahora es su esposa, la conoció cuando ella tenía 10 años,
él tenía 25 y era su coreógrafo, pero tuvieron que pasar muchos años, incluso
un largo tiempo en el que no supieron uno del otro, hasta que volvieron a
encontrarse hace un par de años y algo se encendió. Ella sigue siendo una magnífica
bailarina. Ahora lleva con sigo, a todo lado, a la pequeña Charlotte. Han
pasado varias semanas y Yann y yo hemos llegado a ser amigos, acercándonos
a nuestras respectivas poéticas, le he enseñado varios de mis textos y está
interesado en que algún momento hagamos algo en conjunto. ¡Sería hermoso!
Viajar, una vez más, a través de la Belleza. No una belleza convencional, sino
una belleza que remueva, que explore, que perturbe. Es esa, sin duda, la que a
mí me interesa.
EL PUEBLO EN LLAMAS
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el pueblo engañado
el pueblo expropiado
el pueblo acosado
el pueblo manipulado
el pueblo desahuciado
el pueblo agotado
el pueblo dominado
el pueblo quemado...
Hace 16 horas