Cuaderno
azul número 2
Había
un hombre pelirrojo que no tenía ojos ni orejas. Ni siquiera tenía cabello, así
es de que eso de que era pelirrojo es un decir.
No podía hablar porque no tenía boca. Tampoco tenía nariz.
Ni siquiera tenía brazos ni piernas. Tampoco tenía estómago ni espalda ni
espina dorsal ni intestinos de ningún tipo. De hecho, no tenía nada. De modo
que es muy difícil entender de quién estamos hablando.
Tal vez sea mejor ya no hablar nada más de él.