jueves, febrero 18, 2010

Dedicatorias cruzadas o el karma de una vouyerista literaria


La edición de mi primer poemario Belongings/Pertenencias (Caza de Poesía, Los Ángeles, 2009) tuvo un tiraje pequeño ya que fue publicado para el Festival Internacional de Poesía en San Francisco el verano pasado, por lo que se agotó en pocos días. Me hubiese encantado tener al menos el triple de copias para entregársela a más amigos, que también en su momento me enviaron alguna copia de sus creaciones. Sin embargo, me entregaron tan poquitas que las repartí entre mis más cercanos. Mark adquirió otros tantos para que los enviara a otros buenos amigos míos que están al otro lado del mundo (el libro era caro y paradójicamente yo no podía comprar mis propios libros). No me quejo, al fin y al cabo yo no tuve que poner un solo centavo para la publicación (que en realidad es una selección de algunos de mis poemas del que será mi poemario completo Va por cuenta del destino), el mismo que contó con la traducción al inglés de Jack Hirschman, la portada de Aggie Falk y las palabras en contraportada de los poetas Alejandro Murguía y Neeli Cherkovski.
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Ya en Ecuador esperé juntar algo de plata para enviar los libros a España, pero por una u otra razón tuve que esperar hasta un día antes de regresar a San Francisco para mandarlos. Pasó lo que imaginé: no calculé bien el tiempo y tuve que venir a los States dejando a mis pequeños en manos de la abuela con las pertinentes indicaciones de direcciones y nombres. Lo gracioso del tema (río por no llorar) es que antes de partir le pedí a mi madre que sea muy cuidadosa para que no confunda destinatarios, incluso recuerdo que hasta se molestó un poco argumentando que yo no confiaba en ella. Le dije que a cualquiera le puede pasar, y más a ella que está a cargo del grupo de danza. Me dijo que no me preocupara que yo soy la que suelo andar con la cabeza en las nubes, que vaya tranquila. Estuve muy agradecida ya que además de la tarea de colocar nombres y direcciones, me hizo el favor de aumentar una página que faltó a la hora de la publicación (por error de imprenta), la página de los epígrafes.
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Dos semanas después, ya en North Beach, empecé a recibir varios mensajes de mis amigos desde España. Algunos me agradecían por el ejemplar, pero también me decían que lamentablemente han tenido que leer la dedicatoria dirigida a otra persona. En seguida recordé las palabras de mi madre, y más que iras me dio pena por los cambios y el trajín que les tocará a mis amigos en el viejo continente. Pues ya está, dije, inevitablemente tengo a quien parecerme. Se lo conté a mi mamá y lo lamentó mucho. Me dijo todo la odisea que tuvo que pasar ese día y le dije que está bien, que yo lo solucionaríamos.
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Pero el problema siguió en España. Pablo tuvo que leer un "Para mi querida amiga Alicia, etc etc....". Y Alfonso unas palabras de afecto para un tal hombre- árbol. A Pepe seguramente hasta el día de hoy no le llega el poemario porque descubrí que el ejemplar destinado para él me lo traje a SF... en fin. Parecería que ese gusto mío por leer cartas de escritores o personajes históricos se revirtió contra mí. Y ahora los escucho a todos ellos reirse de mi vouyerismo literario. Menos mal no son amantes míos, le dije a Mark explicándole lo sucedido, sino imagínate el problemón que se hubiese armado.
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Lamento la confusión, amigos. Si leen este mensaje, prometo enviarles las direcciones correspondientes lo más antes posible. Al menos los poemas son los mismos.