Carla Badillo Coronado y Olga Campofreda
Caffe Trieste, SF. 2011
Olga es una muchacha italiana que vino a San Francisco por un par de semanas. La conocí por mi amigo y traductor, Jack Hirschman, quien me la presentó hace unos días en este mismo Café. Olga está llena de una energía propia de su juventud y sus ganas de absorberlo todo. En Roma lleva a cabo Il Sofá, un espacio que da cabida a poetas y músicos del márgen, precisamente en la sala de su casa. Hace poco se graduó de periodista en Roma, y decidió hacer este viaje a la costa Oeste para llenarse de las historias que aquí se encuentran. Amante de la literatura y del rock n' roll, Olga ya ha publicado tres libros (La confraternitá de Elvis, Dove sei, Charli?, y Sporche storie di rock'n'roll) y desea publicar un libro a partir de las experiencias que aquí recoja. Entre esas experiencias y personas que según ella le han aportado algo estoy yo. Por lo que me pidió nos citáramos en Caffe Trieste para una entrevista. Acepté por ella, porque me cae bien, porque me gustan sus ideas y es cero pretensiosa. Fuera de ello me rehuso a salir de mi tranquilidad, de las cosas sencillas y grandiosas que vivo a diario, incendiando máscaras y danzando sobre cenizas.
Carla Badillo Coronado. Brainstorm
photo by Olga Campofreda. SF, 2011
Sin duda este viaje ha sido una experiencia brutal en la vida de Olga, y pronto se irá llena de ideas, proyectos, algunas certezas y muchas preguntas, lo cual es bueno. De alguna manera me identifico con ella, o mejor dicho: me recuerdo en ella. El modo en cómo se expresa, sus inquietudes y descubrimientos me dan mirar tres años atrás cuando llegué como una viajera anónima a esta ciudad. Claro que mi decisión fue recorrer no sólo SF sino decenas y decenas de pueblos y ciudades de éste y del viejo continente, por mi cuenta. Escucharla ahora y recordarme a mí hace tres años me deja la sensación de que el tiempo ha hecho lo suyo, porque sin dejar de sorprenderme por la gente y por la vida, y sin dejar de ser viceral-emocional-hipersensible, siento que me hecho más fuerte. Y sigo reinventándome, llenándome de preguntas, y eso -supongo- también es bueno.