Carla Badillo Coronado & Mark Alvarez
San Francisco
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Esta tarde Mark y yo anduvimos por el famoso barrio Haight & Asbury, mejor conocido como el barrio de los hippies. Y aunque evidentemente aquella meca de la contracultura, de los grafitties y el peace and love dista mucho de aquel "verano del amor", vale la pena visitarlo, tomarse un café o un falafel en alguno de los locales orgánicos o tomarse un trago en algún barcito con música en vivo. Hay mucho freaky por aquí, es cierto, y quizá eso siempre ha tenido para mí un atractivo inmediato. A Mark no es que le gusta mucho la idea de visitarlo (a pesar de que un tiempo vivió aquí), ya que para él todo esto es una especie de simulacro, un rezago maltrecho de todo ese boom a finales de los años 60, y que la mayoría de los que se dicen hippies son igual de consumistas que otros, etc. Y en ello tiene razón, basta ver la cantidad de tiendas de con ofertas "alternativas" y cuyos precios en la mayoría salen disparados. De cualquier forma, este barrio tiene su encanto, y no se puede negar la importancia que como ícono cultural ha tenido dentro de la imagen que San Francisco ha proyectado al mundo.
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Muchas de las bandas que nacieron en esa época, justamente en este barrio, nunca hubieran imaginado la trascendencia que tendrían posteriormente. Bandas como Jefferson Airplane (quien por ese entonces tenía un local propio llamado Matrix), Grateful Dead, Janis Joplin y su formación previa que fue The Big Brother and The Holding Company. Más adelante surgieron Santana, y muchos más que quería explorar nuevas formas de entender y hacer música. También hay muchos locales donde realizan tatoos, y tiendas de souvenirs extravagantes, así como lencería loca y atrevida para todos los gustos. En lo personal, lo que más me gusta de aquí son las tiendas de ropa y accesorios vintage, en donde uno puede encontrar prendas viejas y a veces exclusivas, prendas de los años 30, 40, 50, etc, a mí me fascinan los sombreros y los pañuelos, desde luego, así que aquí ya he encontrado un par de cosas para mi cabeza. :)
En una de las tiendas que vendían ropa estilo cowboy, un tipo le hizo ojos a Mark, y yo empecé a reír como una loca. Siempre le he dicho que no sólo las mujeres deben desearlo sino que tiene buen pegue con los hombres. Y es que sólo mirando las botas con las que entró Mark cualquiera se pone a temblar. Un temblor del bueno, claro. Seguimos caminando y la verdad es que una vez más le dije a Mark que nunca me he considerado hippie. Y es gracioso porque un par de veces ciertas personas me dijeron que por mi forma de aventurarme y lanzarme a la carretera era hippie (incluso Mark pensó hace tres años que yo era una artista medio hippie) es decir lo ponían casi como un adjetivo para mi pretendida libertad. Sin embargo nunca he sido hippie, tampoco me he sentido como tal, y aunque respeto a quienes así se considere, no comulgo con aquellas ideologías simplistas y muy pacíficas (en muchos casos parasitarias), partiendo de un hecho: yo soy muy compleja. Desde luego que repudio las guerras (y siempre preferiré hacer el amor antes que las guerras), pero no soy pacifista hasta el punto de minar mi mente con ideas tan volátiles como el humo de la misma hierba. Soy heracliteana. Mi principio es el fuego. Guerreo mucho con ideas, leyes y conceptos. Creo en la dualidad, en las dos fuerzas. Quizá por eso mi escritura es caótica, siempre caótica, y en ella pretendo encontrar mi armonía.
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La tarde estuvo impecable, un cielo tan limpio que daban ganas de garabatear en él. Me gustan los cielos que parecen lienzos porque me provoca manchar esa pureza. Lo más importante es que la pasamos bien, a pesar de ciertos lapsos debido a mi carácter que por suerte en nuestra relación funcionan como arcos y flechas a manera de una deliciosa tensión. Ya era de noche, pero el sol se rehúsaba a ocultarse. Me encanta ver a Mark caminando a mi lado, siempre a su ritmo acelerado y su mirada atenta. Su brazo se extendií para pedir un taxi y seguir nuestra ruta, seguramente a alguna librería, o dos, o tres, y luego, como siempre, de vuelta a nuestro querido North Beach.