viernes, mayo 14, 2010

Otra forma de salir (de libros y no entrevistas)

reading in bed, by James Whistler

Hoy me llamaron de una radio diciéndome que querían hacerme una entrevista. Les dije que no. Debo reconocer que el tipo fue amable, y de igual manera fui yo. De entrada me preguntó mi nombre y luego de constatar que soy la poeta a la que buscaba, me dio la dirección y la hora a la que debía estar en su programa, sin  preguntar siquiera si podía o no asistir; por lo que me pareció una orden amable, pero orden al fin. Le dije que lo sentía, pero que no podía, que en ese instante estaba en mi cama, junto a una pila de libros a los que  empezaría a leer en cuanto colgara, y que lo cierto era que ellos tenían cosas más interesantes que contarme, que las que yo podía ofrecerle a él. Por un momento el tipo se quedó mudo, sin soltar palabra, luego reaccionó y emitió una ligera risa como asumiendo que se trataba de una broma. Así que para que de una vez por todas me creyera, le empecé a leer los títulos de los libros que, como amantes, se apiñaban junto a mí. 
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El tipo me dijo que le parecía fabuloso, pero que la entrevista sería en la tarde, casi entrada la noche y que creía no tendría problema. Yo le dije que ojalá tuviese la capacidad de leer tantos libros en tan poco tiempo, pero que lastimosamente esas lecturas demorarían muchísimo más. Luego le dije  que empezaría por uno de los libros que Mark me regaló, un libro tan precioso como raro, titulado The travels of Lord Charlemont in Greece & Turkey, 1749. En efecto, un libro de viajes por Grecia y Turquía de mediados del siglo XVIII.  El tipo colgó. Una lástima, le iba a recomendar otro libro que me había encantado. 
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En fin, no se trata de que me guste o no dar entrevistas, sino de que hoy decidí que no. Pude inventar cualquier excusa, pero quise decir la verdad. Imagino que el tipo debe estar pensando que estoy medio loca, pero él no sabe que lo último que me apetece hoy es vestirme y salir a ofrecer risas donde no las hay, o por lo menos no hoy. Mañana quizá me levante con un resorte pegado al culo y me de por cruzar el puente Golden Gate brincando y cantando entre los autos. Pero no hoy. Hoy sólo quiero quedarme desnuda sobre esta cama y salir a otro sitio a través de la lectura. Porque al leer también salgo. Salgo de mí. Me arrojo sobre otras voces como una niña ciega implorando luz. Salgo y me descubro. Me reencuentro. Me cuestiono. Me confronto. Sólo entonces puedo regresar al otro mundo -al de afuera-,con los ojos más limpios para tratar de entenderlo.