Lo que nos dejan los poetas
está siempre manchado por el tiempo,
el pecado, el exilio.
El más sincero de ellos,
el más incógnito, sereno, enamorado,
no nos impone nada:
ni verdad ni consuelo ni desprecio.
Presente, ya está ausente; y Picasso,
al hacer un muñeco de nieve, entendió bien,
que la inmortalidad del arte
está en el tiempo, el pecado, el exilio;
que el sol tiene la obligación de rescatar
las lágrimas, las fuentes, los ríos y los mares:
todo en vano.
Vladimir Holan, Pero existe la música, Icaria Ed. Barcelona, 1996