jueves, abril 30, 2009

Un fragmento de la Puta de Babilonia... a propósito del nuevo libro del papa Ratzinger


El papa Ratzinger, Benedicto XVI, acaba de publicar su último libro: "Elogio de la conciencia", una recopilación de textos escritos entre 1990 y el año 2000, período en el que fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (o lo que antes se llamaba "Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición") sobre cuestiones fundamentales de la conciencia.
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Según el papa: "No ver las culpas, el enmudecimiento de la voz de la conciencia en numerosos ámbitos de la vida es una enfermedad mucho más peligrosa que la culpa". Es necesario estar conciente de ella, pues de lo contrario incluso "las acciones de los miembros de las SS nazi estarían justificadas, pues realizaron las atrocidades con una absoluta certeza de conciencia".
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Pero si la tesis central de su libro es la de que "quien no sea capaz de percibir la culpa está espiritualmente enfermo", me gustaría saber qué tan sano se encuentra Ratzinger. Y para ello, prefiero ceder la palabra al escritor Fernando Vallejo, que en su libro "La Puta de Babilonia", también hace un "elogio a la conciencia", en el que nos habla de memorias y de culpas y de nazis y, desde luego, de Ratzinger.
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Frente a las palabras de Vallejo, yo sólo puedo decir: Amén.
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La Puta de Babilonia (fragmentos):
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"Urbano VII no era sin embargo el primer papa inquisidor pues ya lo había sido Adrian Florensz Dedal, alias Adriano VI, uno de los sucesores en España de Torquemada. Ni sería el último. Sin ir más lejos, nuestro actual Joseph Ratzinger, alias Benedicto XVI, también fue Inquisidor: de la Inquisición (hoy cantinflescamente llamada "Congregación para la Doctrina de la Fe") este Führer taimado dio el brinco al potro. Que la Iglesia no era "relativista" dijo en el sermón de la misa que ofició por el eterno descanso de Juan Pablo II. Dos días después, cónclave; tres días después, papa; cuatro días después, que siempre no, que todo es relativo, que todo depende de las épocas, los lugares y las circunstancias y que hay que juntar a la Iglesia Ortodoxa con la Romana, bajo un solo pastor, él, con un solo cayado, el suyo, que es el que mejor se para. Por lo demás, ¿qué papa no es un inquisidor? Todos están inquiriendo en la conciencia ajena, olisqueando, olfateando, espiando por los agujeros.

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Es muy importante recordarle al papa Ratzinger, ahora que anda visitando campos de concentración, el comportamiento de su antecesor Pío XII frente al nazismo. Ya le hice la lista a Su Santidad de sus paisanos los obispos alemanes aduladores de Hitler: todos en coro como rezando el rosario. ¿Dijo algo Pío XII al respecto? ¿Una palabra siquiera en sus múltiples alocuciones radiofónicas, mensajes de navidad, exhortaciones, advertencias, encíclicas y cartas pastorales para repudiar a ese criminal vesánico y censurar la actitud abyecta de sus obispos alemanes? Tantas cuantas dijo para reprobar a Jozef Tiso cuando presidía este cura, apoyado por las SS, el Estado fascista de Eslovaquia, aliado de los nazis. ¡Qué iba a decir si hasta lo recibió en el Vaticano, le dio el rango de gentilhombre papal y lo hizo obispo! El presidente-obispo Tiso puso tres divisiones con cincuenta mil soldados a disposición de Hitler. Al final de la guerra huyó a Austria con todo su gobierno pero lo ahorcaron. "Muero como mártir y defensor de la civilización cristiana", dijo. ¿Qué entendería este gentilhombre papal por "civilización cristiana"? ¿Las persecuciones de judíos, las quemas de brujas y herejes, las masacres en nombre del Crucificado que aquí hemos venido enumerando?
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Al papa teólogo Ratzinger le recomiendo muy encarecidamente el campo de la muerte de Jasenovac, el Auschwitz croata, para que empiece con él una esclarecedora gira por los campos de concentración croatas que fundó Pavelic en su Reino de Dios: los de Jadovno, Pag, Ogulin, Jastrebarsco, Koprivnica, Krapje, Zenica, Star Gradishka, Djakovo, Lobograd, Tenje y Sanica. y que vaya preguntando en cada uno, con dolor de teólogo en el alma y alzando la vista al cielo arrodillado: "¿Por qué permitiste esto, Señor?" Que es lo que justamente le quie-ro preguntar ahora a Pío XII: ¿Por qué permitiste eso, Pacelli? ¿O me vas a decir que no te enteraste? Por eso en estos instantes en que escribo "el Señor" te está cauterizando el culo en los infiernos."

Fernando Vallejo, La Puta de Babilonia, Ed. Planeta, 2007.

Nota de Carla Badillo Coronado:
*No, no es un error; así como Vallejo escribe Puta con mayúscula, yo escribo "papa" con minúscula.