viernes, abril 03, 2009

Imágenes de la Fiesta del Fuego Nuevo

Encendiendo el fueguito sagrado.

Heráclito de Éfeso pensó al fuego como principio de todas las cosas. Nos dijo: "Este mundo, el mundo de todos, no lo ha creado ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que existió siempre, existe y existirá: un fuego siempre vivo, eterno, que se está encendiendo según medida y extinguiéndose según medida." (fr. 30). Sin duda un interesante planteamiento que el filósofo griego hizo alrededor del año 500 a.C.. Sin embargo, aquí, en los Andes, filósofos de estas tierras plantearon lo que Heráclito en su momento (no sólo eso, desde luego), con la diferencia de que nuestros ancestros lo hicieron miles de miles de miles de años antes. Y tan bien lo entendieron que una de las celebraciones más importantes dentro del calendario andino es el Mushuk Nina (fiesta del Fuego Nuevo), el 21 de marzo, en el que a medio día el sol cae recto, y en Kitu, específicamente, nadie proyecta sombra. Esa fecha es la que precisamente marca el inicio del nuevo año. El fueguito renueva, purifica, invoca. Qué bien lo comprendieron los taitas y las mamas, con qué sabiduría nos lo transmitieron. Por eso, miles de años después, aún seguimos encendiéndolo, aún seguimos danzando frente a él.

Tullpucuna
.
La danza de nuestra tierra es el ritual de los grandes misterios. Así como nuestro sol y nuestra luna, taita Inti y mama Quilla, son los mismos al que adoraron nuestros ancestros hace miles de años, hoy las voces de los abuelos y las abuelas son las mismas: cantos de viento a través de zampoñas y flautas. Nosotros acompañamos esos cantos con los pies latiendo sobre la tierra, sinche sinche sobre la pachamama, giros y saltos al compás de san juanes y saltashpas. Somos quindes de colores, llevamos en las alas los mensajes de nuestra tierra.
Celebrando el Mushuk Nina

Reinaldo, compañero Tullpu, peinando su samarro.

Paola, del colectivo cultural Pumaski Yachana Wasi, meciendo la fanesca comunitaria

Y luego de la danza el alimento, porque el cuerpo debe estar fuerte para seguir danzando. Y qué mejor si la comida es cocinada a leña. Ah, qué bien sabe la fanesca, el festín de los más variados granos, y sobre ella el queso y los platanitos fritos y el amor de las personas que lo prepararon. Y reir junto a mi madre y estar una vez más juntas en esto.Y que la gente siga llegando para tomar su tarrina gratis. Y luego comerla así, con chicha en mano, oliendo a humito y disfrutando del pasaje imponente de pavos reales y cerros sagrados, así hasta que el tiempo pase y la niebla nos envuelva a todos con la misma manta.

¡qué comida, carajo!

De izq. a der. Santiago, yop, atrás mío Paola, Max, mi mamá, una de las señoras que colaboró, Hugo, varios asistentes, y de espaldas Sasá.

Sasá, artesano (quien me regaló una bella cruz andina (chakana) hecha con sus manos), abejita y yo

Pavos reales
Catequilla, mitad del mundo. Latitud 0.
Kitu


Guardiana del fuego interno.