lunes, abril 27, 2009

La reelección histórica de Rafael Correa

El presidente Rafael Correa ha sido reelegido -con una amplia mayoría- para continuar con su gobierno hasta 2013. El "triunfo histórico" es sin duda un hecho inédito, pues desde que Ecuador retornó a la democracia, en 1979, ningún presidente ha sido reelegido, y menos aún ha obtenido su triunfo en la primera vuelta. Con este hecho, el líder socialista de 46 años se ratifica en su proyecto denominado como "revolución ciudadana" y vuelve a dar un espaldarazo a los partidos políticos tradicionales, que por los resultados obtenidos muestran un total desgaste en la escena política actual. .
Esta es la sexta victoria de Correa en una convocatoria electoral. La primera fue en 2006, cuando resultó Presidente. La segunda fue el 15 de abril de 2007 cuando se decidió, en consulta popular, redactar una nueva Carta Magna. Y el mayor apoyo lo tuvo en las elecciones para elegir a los miembros de la Constituyente encargados de hacerlo. Una vez redactada la nueva Constitución, el pueblo ecuatoriano le dio su respaldo en referéndum el pasado 28 de septiembre, frente a las tesis adversarias. El texto, que permite la reelección por un período consecutivo, exigía la convocatoria de comicios generales, en los que ayer Correa volvió a derrotar a la oposición.

Otro hecho inédito fue la participación de los adolescentes, entre 16 y 17 años, en las elecciones, así como los presos sin sentencia, policías, militares y extranjeros residentes en el país.
Por otra parte, los migrantes demostraron mayor interés que en anteriores ocasiones. Sólo en España, alrededor de un 50% de los 103.374 ecuatorianos residentes convocados participaron en estas elecciones.
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Caricatura tomada de El Telégrafo

Ahora bien, debo admitir que yo si disfruté de las elecciones, sobretodo de las "primeras reacciones" de los diferentes candidatos frente a los resultados a boca de urna. Ya no me molesta tanto como antes el descaro, el cinismo y la ineptitud de algunos candidatos como Lucio Gutiérrez o del magnate Álvaro Noboa (debe ser porque estaba confiada en su derrota) o de algunos periodistas rabiosos, pues preferí experimentar el goce del análisis de símbolos, diálogos y dramas de la teatrocracia, lo que Georges Balandier denomina: "El poder en escenas" (Balandier: 1994), según el cual, si es el poder el que está en juego, los actores políticos deben "pagar su cotidiano tributo a la teatralidad”.

Todo sistema de poder es un dispositivo destinado a producir efectos, entre ellos los comparables a las ilusiones que suscita la tramoya teatral. La imaginería propuesta por Maquiavelo identificaba al príncipe con el demiurgo, el profeta o el héroe; sacralizaba sus empresas haciéndole cómplice de lo sagrado instituido, establecido, es decir la religión y sus ceremonias. Pero la trasposición que requiere la práctica política es de otro tipo: el florentino, por su propia experiencia, que es la de un actor dramático, conoce la relación íntima que existe entre el arte del gobierno y el arte de la escena. Las técnicas dramáticas no se utilizan sólo en teatro, sino también en la dirección de la polis.

Todos estos mecanismos asociándose entre sí, definen funcionamientos políticos reconocibles. Uno de éstos se coloca aparte, en la medida en que sus potencialidades dramáticas son más débiles. Se trata del modo democrático establecido sobre la base de la representación, según la cual el poder resulta de la regla mayoritaria. No depende ordinariamente ni de la connivencia de los dioses o del respeto por la tradición, ni tampoco de la irrupción del héroe o del control sobre las corrientes de la historia. Requiere el arte de la persuasión, del debate, la capacidad para crear efectos que favorezcan la identificación del representado con el representante. Se dramatiza por medio de las elecciones, a través de las cuales se crea la impresión de que puede jugarse siempre una nueva “partida”. La intensidad de la acción resulta de la incertidumbre relativa a la mayoría, a su mantenimiento o a su cambio.

Yo, por mi parte, debo admitir mi satisfacción frente a los resultados. Es innegable que el gobierno de Correa ha llevado a cabo cosas buenas e interesantes. Muchos dirán "sí, pero eso no es cosa del otro mundo, fue para eso para lo que fue elegido", y aunque es cierto, y a pesar de su caracter impulsivo y fuerte (lo que ha dado pie a severas críticas tildándolo de totalitario e intolerante), en un país como el nuestro, que en una sola década tuvo ocho presidentes, tres de ellos derrocados en medio de revueltas poulares- el apoyo masivo y la decisión de seguir creyendo en una propuesta diferente, nos dice que las cosas no pueden estar tan mal como lo pintan. Creo que a pesar de ciertos hechos ineludibles (muchos de los cuales se dan en el marco mundial, como la crisis económica o el calentaimento global, etc), los ecuatorianos respiramos cierto aire de estabilidad, algo que -tomando en cuenta nuestra historia política inmediata- no es poco.