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Ah, cómo me gustaría atravesar el océano ahora mismo y llegar a España nadando -nadando y no de mojada, que no es lo mismo- y luego viajar hasta su pueblo y entregarle un fuerte abrazo y brindar por nuestras vidas, por nuestra amistad, por la poesía; y putear aquellas cosas que nos ponen grises y luego reir, reir a carcajadas, por aquellas otras que nos vuelven luminosos, preciosos en nuestra decadencia. Y luego contarle que yo también he rendido culto a la luna, a mama quilla, a ese satélite al que tanto le canta, porque sus letras son un himno a la luna, el himno de un niño que canta a lo que puede ser visto y no tocado, o tocado de otra forma, porque como escribí hace tiempo en un poema: los ojos se vuelven tacto/cuando no podemos alargar los dedos. Me gustaría, por último, recitarle algún poema de nuestro querido Panero. Pero como no tengo plata para tomar un vuelo que me lleve ahora mismo hasta España, y como es poco probable que llegue a tiempo a Illescas si voy nadando, no me queda otro remedio que enviarle un abrazo virtual, pero igual de fuerte y sincero, los brindis quedarán pendientes y el poema tendrá que imaginarlo en mi voz, pero igual se lo entrego desde aquí. Quiero regalarle "La poesía destruye al hombre", de Leopoldo María Panero, porque ha sido el primero que se me ha venido a la mente, quizá porque el sino del verso, del nacer, morir y renacer en la palabra, es el que también nos une.
¡A tu salud mi querido Kebran!
La poesía destruye al hombre
mientras los monos saltan de rama en rama
buscándose en vano a sí mismos
en el sacrílego bosque de la vidalas palabras destruyen al hombre
¡y las mujeres devoran cráneos con tanta hambre
de vida!
Sólo es hermoso el pájaro cuando muere
destruído por la poesía.
Leopoldo María Panero, El último hombre, 1984.
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CÉSAR VALLEJO
(Santiago del Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892 - París -con aguacero-, 15 de abril de 1938)
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
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También celebro desde mi rincón a otro que quiero mucho. Aquel que nació un día que Dios estuvo enfermo. Hoy celebro el natalicio de César Vallejo, Señor POETA. Autor de obras como Trilce, Poemas Humanos, Los Heraldos Negros y España, aparte de mi éste cáliz. Figura capital de la poesía hispanoamericana del siglo XX, y cuya particularisísima voz, nacida entre los Andes, ha trascendido para ofrecernos la visión de la miseria, del arraigo familiar, de la nostalgia de su tierra, del dolor y de la muerte. César Vallejo es un maestro al que siempre vuelvo, y cuyos poemas -en más de una ocasión- han acompañado mis viajes. Que me perdone el cholo porque sé muy bien que él nunca los festejaba (feliz el que no tiene cumpleaños/y el que perdió su sombra en un incendio), pero no puedo dejar de hacerlo, me alegra que haya nacido, que haya existido, me alegra su legado.
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¡A tu memoria Cholito!