Me llega un mail del realizador zamorano Mario Crespo con una utópica invitación -como él mismo la ha llamado por obvias razones geográficas- al estreno de su cortometraje independiente: Odio, que tendrá lugar el día 6 de junio a las 22h30, en los Multicines Zamora, España. En palabras de Mario: "La adaptación al cine del libro de poemas Odio, de David Refoyo, era un reto. Un desafío divertido que finalmente hemos sacado adelante con una producción independiente, unos modestísimos medios técnicos y la colaboración de un puñado de gente comprometida y entusiasta. Cuando el mismo grupo de gente que produjimos de manera autónoma el mediometraje documental De Cacabelos al Camp Nou: una historia rojiblanca, nos propusimos este proyecto, contábamos con la dificultad del mismo. Pero más allá de las vicisitudes propias del medio, queríamos transformar en cine este poemario, intentando huir del videoarte y de la vídeopoesía. El resultado lo podrán juzgar el día citado.

Sinopsis
¿A que huelen las nubes? Era un anuncio de compresas y el espectador, incrédulo, se preguntaba qué sentido tenía esa pregunta en un anuncio de ese calibre ¿A qué huele la derrota? Y nuestro espectador, incrédulo, se preguntará lo mismo, pero esta vez sabrá darle una explicación. Todo el mundo ha sentido la derrota en sus carnes. Todo el mundo ha sido humillado. ¿Hasta que punto publicidad y derrota están en la misma sintonía? La publicidad nos muestra un mundo idílico donde el que más tiene es más feliz que los demás. Nos muestra coches, mujeres preciosas, paraísos al alcance de la mano… sólo necesitas dinero. Y toda la felicidad que has soñado vendrá rodada. Sin embargo, basta un error en la apreciación del mensaje, en no sentir la necesidad de tenerlo todo, para quedarte fuera de juego. La publicidad, entonces, no habla de ti. Y lo que es peor, no hay nadie que hable contigo. La soledad, la desazón, la sensación de no pertenencia… todo eso nos conduce a la infelicidad. ¿Y que viene detrás? Nadie lo sabe. Quizá Jim Morrison marcó el camino. Quizá no. La publicidad dice que el suicidio es cobardía. ¿Comprarse el último teléfono móvil del mercado es valentía? Quizá no. Nadie lo sabe.
Odio posee un peculiar lenguaje visual con el que construye una narración que se aleja definitivamente de la habitual secuencia espacio-tiempo, para introducir al espectador en lo más profundo del personaje, en su auténtico y único ambiente. Se trata de un chico joven e independiente que acaba de pasar a formar parte del mundo adulto, del sistema. Un sistema que parece no comprender. La acción sucede en un ambiente de derrota y nicotina que transcurre entre que el personaje se acuesta y se levanta. Evoca un ambiente decrépito y perdedor, una soledad, una casa… una botella La confusión entre lo que es y lo que debe ser, la manipulación de los mass-media, la actual cultura pop, la publicidad, el consumo, la competitividad, el dinero. Todo eso y mucho más nos muestra el personaje de Odio en sus escasos diez minutos de metraje.
¿A que huelen las nubes? Era un anuncio de compresas y el espectador, incrédulo, se preguntaba qué sentido tenía esa pregunta en un anuncio de ese calibre ¿A qué huele la derrota? Y nuestro espectador, incrédulo, se preguntará lo mismo, pero esta vez sabrá darle una explicación. Todo el mundo ha sentido la derrota en sus carnes. Todo el mundo ha sido humillado. ¿Hasta que punto publicidad y derrota están en la misma sintonía? La publicidad nos muestra un mundo idílico donde el que más tiene es más feliz que los demás. Nos muestra coches, mujeres preciosas, paraísos al alcance de la mano… sólo necesitas dinero. Y toda la felicidad que has soñado vendrá rodada. Sin embargo, basta un error en la apreciación del mensaje, en no sentir la necesidad de tenerlo todo, para quedarte fuera de juego. La publicidad, entonces, no habla de ti. Y lo que es peor, no hay nadie que hable contigo. La soledad, la desazón, la sensación de no pertenencia… todo eso nos conduce a la infelicidad. ¿Y que viene detrás? Nadie lo sabe. Quizá Jim Morrison marcó el camino. Quizá no. La publicidad dice que el suicidio es cobardía. ¿Comprarse el último teléfono móvil del mercado es valentía? Quizá no. Nadie lo sabe.
Odio posee un peculiar lenguaje visual con el que construye una narración que se aleja definitivamente de la habitual secuencia espacio-tiempo, para introducir al espectador en lo más profundo del personaje, en su auténtico y único ambiente. Se trata de un chico joven e independiente que acaba de pasar a formar parte del mundo adulto, del sistema. Un sistema que parece no comprender. La acción sucede en un ambiente de derrota y nicotina que transcurre entre que el personaje se acuesta y se levanta. Evoca un ambiente decrépito y perdedor, una soledad, una casa… una botella La confusión entre lo que es y lo que debe ser, la manipulación de los mass-media, la actual cultura pop, la publicidad, el consumo, la competitividad, el dinero. Todo eso y mucho más nos muestra el personaje de Odio en sus escasos diez minutos de metraje.
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Desde acá te envío mucha fuerza Mario. Algún momento lo veré, seguro.