viernes, mayo 30, 2008

Dante Aligheri - La Divina Comedia

(Florencia, 30 de mayo de 1265- Ravena 1321)
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Fragmento del Canto XIII
(El Bosque de los suicidas, uno de mis favoritos)
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(...) Yo escuchaba por todas partes ayes,
y no vela a nadie que los diese,
por lo que me detuve muy asustado.
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Yo creí que él creyó que yo creía
que tanta voz salía del follaje,
de gente que a nosotros se ocultaba.
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Y por ello me dijo: «Si tronchases
cualquier manojo de una de estas plantas,
tus pensamientos también romperias.»
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Entonces extendí un poco la mano,
y corté una ramita a un gran endrino;
y su tronco gritó: «¿Por qué me hieres?
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Y haciéndose después de sangre oscuro
volvió a decir: «Por qué así me desgarras?
¿es que no tienes compasión alguna?
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Hombres fuimos, y ahora matorrales;
más piadosa debiera ser tu mano,
aunque fuéramos almas de serpientes.»
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Como una astilla verde que encendida
por un lado, gotea por el otro,
y chirría el vapor que sale de ella,
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así del roto esqueje salen juntas
sangre y palabras: y dejé la rama
caer y me quedé como quien teme.
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«Si él hubiese creído de antemano
-le respondió mi sabio-, ánima herida,
aquello que en mis rimas ha leído,
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no hubiera puesto sobre ti la mano:
mas me ha llevado la increible cosa
a inducirle a hacer algo que me pesa:
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mas dile quién has sido, y de este modo
algún aumento renueve tu fama
allí en el mundo, al que volver él puede.»
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Y el tronco: «Son tan dulces tus lisonjas
que no puedo callar; y no os moleste
si en hablaros un poco me entretengo:
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Yo soy aquel que tuvo las dos llaves
que el corazón de Federico abrían
y cerraban, de forma tan suave,
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que a casi todos les negó el secreto;
tanta fidelidad puse en servirle
que mis noches y días perdí en ello.
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La meretriz que jamás del palacio
del César quita la mirada impúdica,
muerte común y vicio de las cortes,
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encendió a todos en mi contra; y tanto
encendieron a Augusto esos incendios
que el gozo y el honor trocóse en lutos;
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mi ánimo, al sentirse despreciado,
creyendo con morir huir del desprecio,
culpable me hizo contra mí inocente.
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(...)
Igual que aquel que venir desde el puesto
escucha al jabalí y a la jauría
y oye a las bestias y un ruido de frondas;
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Y miro a dos que vienen por la izquierda,
desnudos y arañados, que en la huida,
de la selva rompían toda mata.
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(...)La selva estaba llena detrás de ellos
de negros canes, corriendo y ladrando
cual lebreles soltados de traílla.
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El diente echaron al que estaba oculto
y lo despedazaron trozo a trozo;
luego llevaron los miembros dolientes.
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Cogióme entonces de la mano el guía,
y me llevó al arbusto que lloraba,
por los sangrantes rotos, vanamente.
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*La pintura corresponde a Domenico di Michelino y se titula "Dante y su Poema" (1465)