martes, diciembre 29, 2009

Del baúl de los recuerdos: Yupaichani, by Viktor Gómez

Con el poeta Víktor Gómez en la Librería Primado
Valencia - España 2008

Sin duda otra de las personas que ha contribuído a llenar mi baúl de recuerdos es el poeta Víktor Gómez (Madrid, 1967). Justo ayer releía un precioso poema-carta que Viktor me dedicó tras mi paso por Valencia, durante mi travesía por España. Llevo gratos recuerdos de esa ciudad mediterránea de la que dejé pendiente el mar y un brindis con Uberto por el recuerdo de Cavaller de Neu y el poeta Raúl Núñez. Valencia, Valencia, Valencia. Viktor, Alicia, Jesús, Miguel, Eddie, Lucía... y tantos otros que ayudaron a ser más agradable mi estancia. Me vienen muchos recuerdos de El Dorado y los rinconcitos que me llenaron de quietud y melancolía.

En fin,
Viktor lo tituló Yupaichani (en Kichwa: gracias), una de las palabras que más uso cuando estoy en el camino. Muchas gracias, Viktor, amigo. Siempre.

YUPAICHANI

Carta abierta a la generación de Carla Badillo


Por Viktor Gómez


A Carla Badillo,

que sigue llevando todas las razas en sus bolsillos

.

No era mi sandalia descosiéndose,
mi melena oscura de día verdadero,
ni mis manos ni el volcán de ojos
quebrados en mis manos. Lo que fue
tres veces en una
suficiente inclinación sobre las niñas
que como yo
tendrán que desnudar la historia
con cinceles de poesía
para poder ser en los tiempos que trae
sobre sus cansados brazos
una madre molida a palos.

Voy aprendiendo, hija de todas las razas,
que este caminar ha trenzado
mis venas con todas las selvas y bosques
de un mundo pequeño,
incomprensiblemente sujeto
a la ficción de las fronteras y los miedos.

¿QUIEN encarcelará a la niña que llevo
en mi hombro,
al pertinaz hombre que llevo en mi vientre,
a la hecatombe de obreras y licenciadas
que por mis uñas
saltan hacia los siete pilares de la supervivencia?.

No era, no, la sandalía que rota llaga el pie.
Ni la canícula diurna que la noche templó.
Es, hermana inquietud,
la benigna sombra de un beso,
el sol que lo galopa, la canción de los desesperados
el verdadero alimento
de mi irreversible nomadeo por "Las Geografías
del desorden". (**)
-------------------- ¿CAUTELA?
Todavía no, pero será. Ahora es el tiempo que
enhebrado de osada y femenina consciencia
como una madre molida a palos
lleva en sus brazos
el cuerpo pequeñito y sin fronteras
de nuestra Tierra.
... desde tan larga orfandad, los que empiezan
a sumar su esfuerzo
en la gran molicie maquínica,
y los que afuera
-su desaparecida pubertad es desierto-
evitan las fuerzas del orden
y evitan las mafias del crepúsculo urbanizado,
tienen en tu Ímpetu
el cordón umbilical que alimenta
su precariedad.

------------------------ ¿Invisibles?
Quiera que no sean invisibles
un bebe en el basural
unos niños con el pegamento,
los jóvenes "espadas" del parque móvil,
las bandas, los vecinos, las jubiladas,
las asalariadas y las callejeras,
los parados, los imparables, los discapacitados,
las enfermas, las universitarias, las mágicas,
los desocupados, los tullidos, las preocupadas.

No, no es la espalda lo que se oxida.
Ese dolor lo aguanta una mujer ecuatoriana
sin pábulo.
No, no es tan sólo la pavura de los escombrados
en rutinas asfixiantes,
ni las maltratadas ni las empequeñecidas.
Es, juventud que deviene,
es vuestra diferencia la que aviva,
la que alimenta
la que injerta entre mis venas y el mundo
la palabra y el beso.

Mujer en tierra firme pregunta: ¿sin cielo es todo Chihuahua
o Atacama?. Un cielo se ve desde Cochamba
que los huérfanos -quisiera
subirlos a todos a mi grupa-
no tocan aún.

No, no son pasos lo que vine dando.
Son besos. Esperanza
de que todo es ahora responsabilidad
de nosotras y vosotros,
juventud que deviene,
amado pueblo mío de todas las razas.


(**) Las Geografias del desorden