Quito, 1 septiembre de 2011
Odio los hospitales. Los pasillos conducen a múltiples habitaciones que en realidad son una sola: la habitación del Miedo. El oxígeno es una metáfora vital. El suero, un reloj líquido de arena. (Por mi madre puedo cambiar mi reloj biológico una y mil veces.) Lucinda Williams me canta en la habitación 408. Mi sangre huele a café pasado. Crecen las ojeras como hijos acunados en mi rostro.