jueves, junio 25, 2009

Mi conexión con Memo

Voy a extrañar a Memo. Ah, carajo, cómo lo voy a extrañar. Tenerlo cerca le ha hecho muy bien a mi vida. Hemos construido un espacio-tiempo muy nuestro, un verdadero lujo para quienes somos caminantes y solitarios. Voy a extrañar al amigo y al cómplice. Memo es un guerrero nato. Hablar de él es hablar del lobo, del halcón, del sonido que produce su bombo hecho de chaguarquero y cuero de chivo cada vez que acompaña nuestra danza. Él también es un hermano tullpucuna. Memo es toda su gente: Don Chugchurillo trabajando la cabuya, Doña Marina cocinando en la tullpa, Doris tejiendo los aretes, Mauricio danzando al frente, Franklin tocando la ocarina, la guitarra, la flauta. Hablar de Memo es hablar de chaguarmishque, del agua que sale del penco generoso. Es hablar de medicina, de plantas, de hierbas. Es hablar de sueños, de mensajes, de profecías. De dioses que han muerto bajo nuestros bastones. Es hablar de Atahualpa, de Collaguazo, de quitu caras.
.
Es cierto, estoy feliz por mi siguiente viaje a tierras del norte, pero he de ser sincera: si pudiera cambiaría la fecha. Me voy en tres días. Y siento el mismo vértigo que me provocan los choques de tiempo, el dejar algo en su mejor momento por avanzar a otro sitio. Últimamente he vivido tantas cosas maravillosas en mi tierra que de corazón me duele dejarlas. Experiencias únicas. Pero me alegro pues será mi garantía de regreso.
.
Voy a extrañar a Memo. Uno de los hombres más livianos que conozco. Sin poses ni máscaras. Es él: el maestro constructor, el que trabaja con cemento y piedras. El que prefiere que yo le lea uno de los párrafos de ese libro que él me dio, el libro prohibido en algunas escuelas por hablar de la verdadera historia de los indios. Memo me habla de cosas que nadie ve en las películas, y juntos bailamos como si tuviésemos que romper el suelo para descender al lugar de nuestros muertos con el fin de revivirlos.
....Y pensar que ahora con mi viaje tendremos que distanciarnos me pone triste. Va a ser difícil contactarnos por medios que no sean el corazón y la mente. Memo vive en Wuairapungo, allá en la puerta del Viento, en la quebrada seca, en Pomasqui. Memo no tiene computador y casi nunca entra al internet. No tiene celular y ni si quiera podré mandarle una carta por correo normal. Pero lo llevaré conmigo. Y de vez en cuando encenderé un fueguito por él y aullaré muy fuerte para qué mi guerrero escuche mi canto desde ese mundo que imagina a través de mis historias.
Él también hará su parte.