Extranjero. Ex. Extrañamiento. Fuera de las entrañas
Cristina Peri Rossi
“El Estado del Exilio”
No, pero para qué esas lágrimas.
Esta ciudad no merece esas lágrimas.
Vámonos, apóyate en mi espalda y
Apréstate a volar bien alto, porque esta
alfombra en la que nos hemos sentado
nos va a llevar lejísimos, al viento.
Alfredo Pareja Diezcanseco
“El Muelle”
Migración. Migra. Hormiga. Punto negro laborioso. Oscuro. Punto entre miles de puntos. Silencioso. Migración. Éxodo. Ex. Atrás quedaron los banquetes de nuestra tierra, las delicias de nombres extraños. Atrás la fritada, el ceviche, el hornado. Atrás el llapingacho, el encebollado, las chugchucaras. Atrás el caldo de manguera, el ayampaco, el yaguarlocro. Atrás la humita, el tamal, el pristiño, el quimbolito. Atrás los motes de San Juan, las papas de la María, las tripas de la Vicentina, los morochos del Pintado. En Gringolandia o en las Españas no hay tomate de árbol ni capulí ni arazá. No hay chulpi ni tostado. Oh maíz, tesoro milenario, monedita prehispánica, oro desgranado. En estas tierras todo está listo. Listo. Listo. Listo. Todo en cajas y latas. Y nadie te da nada extra por tu compra, nadie te da yapa. Porque todo está listo, cerrado, empacado, embutido. Y hay que llenar las tripas con pan y agua. Pan blanco, blanquísimo. Pan ario, casi casi desabrido. No como el que hacíamos en horno de leña, allá en Ecuador, en el día de los muertos. Ah, guaguas de pan, morenitas, rellenitas de raspadura o de melaza, acompañadas de Colada Morada. Aquí no. Aquí el pan -aunque esté adornado- sabe a levadura blanquísimamente blanca. Pan, lo más barato. Pan en la hamburguesa y pan en las bocatas. Y una coca-cola, por supuesto, ahhhhh, la chispa de la vida (Qué vida, vida de quién, de cuántos, hasta cuándo). Me llamo Alonso Chicaiza, pero sólo en esta habitación. Afuera soy Panchito. Así dizqué nos dicen a los ecuatorianos en España. Panchitos. Pitufos. Ponys. Por chiquitos y morenitos, dizqué. ¿Eres ecuatoriano? Entonces eres mi tocayo. Yo soy un pan-chito que compra pan todos los días, mucho pan. Y una coca-cola, por supuesto, para no sentirme tan solo. Son ellas, las burbujas del agua negra, las únicas que saltan y bailan y se alborotan. Sólo el sonido del gas me habla. Sé que esta agua turbia es también una mentira, una asquerosa mentira, pero la bebo, la bebo hasta el final. Y ya no soy Alonso ni Panchito. Soy sólo el eco de un eructo retumbando una y otra vez en esta habitación vacía.
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2. Carla
En otras tierras -ajenas al privilegio de nuestro primer llanto- el tiempo jamás volverá a ser el mismo. Jamás. Será veloz, como una cuchilla sedienta de sangre, o lenta, insoportablemente lenta, como la condena de un recluso a cadena perpetua. El tiempo corre distinto al cruzar cualquier frontera. Hay algunos que salimos por el mundo en busca de preguntas y respuestas, ávidos de paisajes, de historias, de conocimiento. Nadie me ha obligado a moverme de mi tierra por un tiempo, y a donde voy llevo siempre conmigo un pedazo de Quitu y la posibilidad del retorno.
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3. Impacto interno
“La continuación de la migración a los Estados Unidos y el éxodo masivo a España han ampliado el rol del Ecuador dentro de la economía global en tanto exportador de personas (a más de otras materias primas) y como un importador de remesas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que las remesas aumentaron de menos de 100 millones de dólares en 1994 a 840 millones en 1998 (FMI 1999) y el Banco Central del Ecuador estima las remesas en $1,32 millones para el 2000 (Banco Central 2000, 9). Si estas cifras son relativamente exactas, las remesas se han tornado en la segunda fuente más importante de ingresos desde el exterior, seguida solamente por las exportaciones de petróleo. Conforme la emigración ha cambiado de un fenómeno predominantemente regional a un fenómeno de carácter nacional, los hogares de todo el Ecuador están entrando en una economía migratoria, con la consiguiente dependencia de las remesas, experiencia que los hogares en Azuay y Cañar han vivido por más de una década. Aún así, esta forma de dependencia económica no debe ser condenada tan a la ligera; migrar en busca de oportunidades económicas no es nuevo y las remesas proporcionan oportunidades a las personas que han estado excluidas de la economía ecuatoriana.”
4. María
Nadie sabe todo lo que pasa un migrante. Uy señorita, yo vine legalmente, pero se necesita ser muy valiente para estar dispuesto a enfrentar una nueva forma de vida, muy dura y limitada. Todo con tal de sacar adelante a mis dos hijos. Mi madre está enferma y desde acá puedo también ayudarle con la medicina. Aquí en Nueva York hay mucho latino, y hay una comunidad ecuatoriana bastante grande. Yo ya llevo cuatro años aquí, pero ahora la situación no es tan buena. No sé si regrese para luego tratar de ir a España. En Murcia tengo un ex compañero de la escuelita donde yo daba clases. Ay, señorita, como extraño esos tiempos, pero el sueldo no alcanzaba para nada y encima la crisis empeoró y en cualquier momento nos mandaban. Sé que me estoy perdiendo parte de la infancia de mis hijos, pero si yo no trabajo aquí, sería imposible mantenerlos. Es duro, pero una no se puede echar a morir. Hay que seguir. Pero cómo se extraña a la familia. Cómo se extraña mi playita, mi Manabí del alma. No hay tierra como la de uno. Veremos qué pasa. Aquí estamos en crisis también. Ya no es como antes. Hasta a los mismos gringos les están echando. Talvez me vaya a España, a cuidar algún viejito, dicen que ese trabajo es bien remunerado. Veremos qué pasa. Aunque según escuché, ahora está más difícil conseguir visa a España que a Estados Unidos. Veremos qué pasa, señorita, veremos qué pasa.
5.- Carla
Estoy en Madrid, en poco minutos viajaré a Logroño, donde me espera mi buen amigo, el actor y guionista español, Pepe Pereza. El muchacho de Perú me ayuda con la maleta y me acompaña hasta el autobús. Nos despedimos como buenos amigos. Lo veo alejarse. Ahí va él: el peruano, el vecino, el latino, el hermano, el migrante, el autoexiliado, el quien-sabe-cuántos-apodos. El trigueño, el diferente, al que una española blanquísima le dijo en una ocasión: Mira -mientras se tocaba su piel- esto es piel blanca; en tu país serás trigueño, pero aquí eres un negro más. Pienso en todos los que tienen que pasar por lo mismo. En todos los que son vistos con sospecha.
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6. Murió otro ecuatoriano por Racismo
Un inmigrante ecuatoriano, José Sucuzhanay, fue atacado brutalmente por cuatro afroamericanos que lo golpearon con un bate de aluminio y luego abandonaron su cuerpo creyendo que había muerto. La víctima fue conducida hasta el hospital de Elmhurts, en Queens, donde murió por una fractura de cráneo. Las autoridades siguen buscando a los agresores. La organización Alianza Ecuatoriana Internacional ha convocado a una rueda de prensa para denunciar este nuevo episodio de agresiones de corte racial contra ecuatorianos.
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7. Rubén
Yo llegué a Zaragoza hace un año. Menos mal yo sí vine con todos mis documentos en regla y con contrato de la empresa de transporte local. Me va bien como conductor. He tenido suerte de encontrar buenos compañeros. Ahora vivo con un amigo que también es de del Azuay. Nos dividimos los gastos del piso. Pero cuando recién llegué compartía el departamento con seis personas y yo sí que no aguanté. Sobretodo porque aquí es cuestión de sobrevivencia. Tenían costumbres distintas a las mías y chocábamos mucho. Pero ahora ya estoy estable. Yo sólo pienso quedarme hasta acabar el contrato, talvez dos años más, máximo, si me lo renuevan. De ahí me regreso. Sólo la necesidad es lo que me hizo salir. Nadie sabe la soledad infinita que pasa el migrante. Y no se puede confiar en nadie porque a veces por bueno a uno le ven la cara. Más bien se me hace raro que usted me haya dirigido la palabra cuando se dio cuenta de que yo era ecuatoriano. Vea vea como nos miran los pasajeros, una chica guapa hablándole a este individuo. Cuídese mucho, señorita, y suerte en su viaje. Yo seguiré aquí haciéndole a la lucha. Por suerte me va bien, debo reconocerlo, me va bien. ¡Uy! qué calle me dijo que le avise cuando pasemos. Por cierto si necesita hacer una llamada puede utilizar mi celular.
Estoy en las profundidades del Gran Subterráneo de la Gran Ciudad esperando el Gran Metro, mientras escucho el Gran Coro de voces deformadas de la gente que transita hacia ningún lado. En la esquina un hombre de barbas largas abre la Biblia y predica un pasaje del Éxodo: “Y no angustiarás al extranjero: pues vosotros sabéis cómo se halla el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto”. Nadie lo escucha. El viejo no existe. Todos pasan, se empujan, se insultan. Yo lo observo desde mi banca mientras espero el Gran Metro en el Gran Subterráneo de la Gran Ciudad. Las ratas chillan entre las rieles. Sus chillidos ya no espantan a nadie, todos se han acostumbrado. En la pared está pegado un anuncio:
El gobierno de los EE.UU. está ofreciendo en una nueva lotería, 55.000 visas para inmigrantes (Green Card). Esto le da derecho a usted, su cónyuge y sus hijos de vivir permanentemente y trabajar en este país. Sin perder la ciudadanía actual. Información Gratuita. Escriba a máquina o en letra clara, su nombre, dirección y país de nacimiento, y envíelo a: Green Card Information (Dept. ELC-201) 902 Wilshire Blvd., # 224. Los Ángeles, CA.
En medio del Gran Ejército de transeúntes, dos hombres y una mujer se detienen frente al anuncio. Parecen latinos. Veo como se iluminan sus ojos. Los tres sacan una libreta y anotan las indicaciones. El viejo de barbas largas sigue predicando versículos en la esquina. Yo sigo sentada en las profundidades del Gran Subterráneo. Mientras espero el Gran Metro, abro al azar el poemario de Cristina Peri Rossi: El Estado del Exilio. Página 62:
Barcelona 1976
El exilio es gastarnos nuestras últimas
cuatro pesetas en un billete de metro para ir
a una entrevista por un empleo que después
no nos darán.
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9. Pablo
Yo ya vivo aquí en Madrid desde hace muchos años. Tengo mi propio negocio: esta panadería que usted ve aquí. Mi abuelo era panadero, a mucho orgullo. Yo estudié derecho. Pero bueno, así es la vida. Tuve que venir acá y empecé prácticamente de cero. Ahora ya tenemos dos sucursales más. Es mucho sacrificio, pero vale la pena. Nos hemos ganado lo que tenemos dignamente en un país que nos ha abierto sus puertas. Somos gente honesta, decente y trabajadora. Tenemos muchos amigos de nuestro país. A veces nos reunimos, pero todo en buen plan. Ya ve que a veces los ecuatorianos tenemos la fama de borrachos. Yo no bebo, pero también dese cuenta, los que lo hacen están sumidos en la pena, cuántos están endeudados hasta el cuello, cuántos siguen sin encontrar empleo, cuántos no han visto a su mujer y a sus niños por años. Cuando se está lejos de nuestra tierra uno se vuelve más fuerte por fuera, pero más sensible y solo por dentro. Imagínese que con la llaga abierta le pongan una canción de Julio Jaramillo, uuuuh, hecho leña se queda uno. Gracias a Dios yo sí estoy bien. Difícil que me regrese a Ecuador. Aunque ganas no me faltan, pero si regreso ahora qué hago. Todo esto lo he sacado adelante con mi mujer. Mis hijos asisten a la escuela aquí. Y estamos juntos que es lo más importante. Usted sabe cuántas familias se han desintegrado por la migración. La nuestra no. La nuestra sigue unida. Y con mi mujer les enseñamos a nuestros hijos de donde han venido. Ellos están educados para que nadie los haga de menos. Ellos conocen nuestra historia. A mí, disculpará no más, me caen mal esos ecuatorianos que ni bien llegan acá tratan de hablar como españoles. Con la zeta de arriba abajo, donde es y donde no es. Y cuando regresan al Ecuador sólo hablan que sí, que tío, que el chaval se me ha enfermado mientras yo estaba currando, joder. Lo que es yo, no pretendo ser alguien que no soy. Soy un hombre trabajador que quiere a este país porque me dio la oportunidad de salir adelante, pero jamás olvidaré la tierra que me vio nacer, que bestia ese paraíso que es Ecuador, sino fuera por esos desgraciados de los políticos corruptos. Aunque me dicen que ahora andan mejor. ¿Será? Cuente, cuente, mejor.
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10.- Carla
Son las 8 de la mañana y el escritor y amigo Neelli Chercovski me llama para indicarme otro de los barrios de San Francisco, California. El barrio se llama Mission St. Y es uno de los barrios de más movimiento artístico, junto con North Beach, el barrio italiano y cuna de la generación beat, la diferencia es que en el Mission se encuentran muchas comunidades latinas. Recorrer sus calles es encontrarse con tiendas y negocios argentinos, bolivianos, mexicanos, pero sobretodo se encuentran verdaderas galerías públicas de arte. Murales y murales de una belleza muy particular y de un contenido social impresionante. Dudo que alguien pueda pasar indiferente por este sector. En la esquina unas escaleras dejan ver a varios artistas. Los saludo y les pregunto de dónde son. El uno es venezolano y el otro ecuatoriano. Les felicito por el mural que están pintando. A mi mente vienen imágenes del Museo de Arte Moderno que visité con Mark, el otro día. A los dos nos causó la misma impresión. Salvo algunas obras, la mayoría era una bola de NADA. Aún tengo la imagen, por ejemplo, de un inodoro ocupando la sala principal. Es increíble como en nombre del arte contemporáneo se puede colocar en un pedestal y detrás de un vidrio algo que quién sabe qué diablos representa. Pienso en los artistas de mi tierra, pintores y escultores con trabajos dignos de ser compartidos por todo el mundo. Pero ahí está, flamante y absurdamente vacío un inodoro, en el centro de la exhibición. Un inodoro blanco, el trono del absurdo, lo que en efecto me ratifica que el arte contemporáneo está en la mierda.
La madrugada del 9 de noviembre pasado una pandilla golpeó al ecuatoriano Marcelo Lucero en Patchogue, Long Island. Uno de los pandilleros sacó un arma cortopunzante y la clavó en el pecho de Lucero, matándolo instantáneamente. La presidenta del Consejo Municipal de Nueva York, Christine Quinn, señaló el lunes que la agresión al inmigrante ecuatoriano en Brooklyn fue un acto explícitamente xenófobo.
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12.- Luis
Mi nombre es Luis. Soy ecuatoriano, pero vivo en Murcia desde hace tres años. Estoy jodido. Este mes me quedé sin trabajo y ahora no puedo mandar plata a mi familia. Trabajaba como albañil. Mi puesto me duró más que a otros compañeros, despedidos porque la crisis aquí en España está cada día más fuerte, incluso ha llevado a algunas constructoras a la bancarrota. Chuta madre, niña, no sé qué hacer, estoy jodido, estoy jodido.
(Luis forma parte del récord histórico de 3,1 millones de desempleados con el que España cerró 2008, un millón más que un año antes, según el Ministerio de Trabajo en ese país. De esa cifra, 410.000 son inmigrantes como él, lo que significa que en el país hay más de 200.000 extranjeros sin trabajo más que un año atrás.)
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13.- Carla
Phoenix. 10: 30 am. Escribo este poema mientras viajo en un Greyhound camino a Albuquerque.
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de Arizona
a Nuevo México.
Entre los pasajeros
varios migrantes latinos:
tres mexicanos
dos ecuatorianos
una peruana.
Escucho su conversación
desde mi asiento:
jornadas completas
de lunes a lunes
feriados, reemplazos
horas extras.
A lo lejos, veo pasar un tren de carga
cientos de vagones repletos de mercadería.
Uno de los migrantes se queda dormido.
A su lado, un hombre blanco
señala el tren con orgullo.
“Ahí viaja nuestra economía”, dice.
“Ese tren es el retrato de nuestro progreso”.
La frase retumba en mi cabeza.
El tipo ignora que su economía
también viaja en este autobús
Y que el retrato más humano del progreso
lo encarna el rostro
agotado y seco
del que duerme a su costado.
La dejaron semiinconsciente y malherida. A María José, una adolescente ecuatoriana de 13 años, la llevaron engañada hasta un descampado de Colmenarejo, un municipio localizado a unos 37 km de Madrid, para propinarle una brutal paliza.
“¡Mátala, mátala!”, las expresiones entre risas se oyen en un video difundido ayer por la cadena de televisión española Antena 3 TV. Las imágenes muestran cómo una joven española llamada Belén da patadas y puñetes, por todo el cuerpo, hasta en la cabeza, a otra menor que permanece tumbada en el suelo.
Estoy en un Café de Valencia junto a dos amigos españoles, Viktor Gómez y Miguel Morata. Hablamos sobre la migración. Me dicen que en su país se encuentran sobre todo marroquíes, rumanos y latinoamericanos, de estos últimos, los ecuatorianos encabezan la lista. Viktor y Miguel son dos tipos sesudos y con un corazón muy grande. Hablamos sobre los casos de racismo. Se quedan callados por un momento cuando les pregunto como nos llaman a los ecuatorianos. Siento que también a ellos les duele todo lo que tienen que pasar los migrantes. Me cuentan que mis coterráneos, particularmente, son muy herméticos. Forman sus propios grupos y no se integran del todo a la sociedad española, pero no tienen la fama de mafiosos, a diferencia de otros grupos de migrantes. Me cuentan que hasta los gitanos les ponen mala cara, pues los ven como competencia en los trabajos informales y en el comercio. Ellos los llaman despectivamente pony-payos. Me cuentan que Valencia es una de las ciudades con más concentración de ecuatorianos. Incluso se encuentra una de las sedes de una de las organizaciones más fuertes de migrantes ecuatorianos. La Asociación Rumiñahui, cuya misión, según los voceros de la misma entidad, consiste en mejorar la calidad de vida del inmigrante ecuatoriano, partiendo de una primera acogida, la regularización de su situación legal en España y la entrega de toda la información necesaria en aspectos jurídicos y laborales. Además, pretende facilitar el acceso a la formación, sanidad, educación, vivienda, gracias a un trabajo coordinado con otras organizaciones sociales y sindicatos; y canalizar proyectos de cooperación al desarrollo con Ecuador, dirigidos a organizaciones y comunidades campesinas menos favorecidas con el objetivo de atender sus principales necesidades a través de la búsqueda de créditos a bajo interés, la creación de microempresas y pequeñas industrias que generen puestos de trabajo.
16.- Carla
Eran otras condiciones, es cierto. Yo necesitaba plata para la cámara de fotos. La fotografía es una de mis pasiones. Encontré trabajo en una de las pizzerías de la Gran Manzana. Bravo Pizza, en el Greeenwich Village, en pleno bajo Manhattan. Había aceptado el puesto de cajera, y en aquellos tiempos mi inglés estaba aún en proceso. Pero tuve los mejores compañeros. Mexicanos y ecuatorianos en su mayoría. Debía manejarme con números y nombre extraños. Qué sabía yo en aquel entonces que mushrooms significaba hongos. Y el precio final de la orden dependía precisamente de la cantidad y los tipos de ingredientes. Pero mis compañeros decidieron ayudarme marcando códigos sobre la caja. De manera que ni siquiera debía preocuparme en preguntar al cliente que contenía la caja. Mis colegas me la pasaban con algún código encima. Una x era tres dólares, ingredientes extras xx, y así por el estilo. Nunca olvidaré lo ingeniosos que eran con tal de ayudarnos. En más de una ocasión me metí en problemas por defenderlos, pero no me importaba. No toleraba que alguien les alzara la voz. No lo aguantaba.
17.- Octavio
No le voy a mentir. Yo también tenía ganas de irme a España, por necesidad, desde luego. Pero por una u otra cosa se ha ido postergando el intento. Yo creo que en el fondo es que yo mismo pongo pretextos para no irme. Yo aquí, en Quito, soy guía en las Pirámides de Cochasquí, y usted vio como yo les hablo a los que vienen de esta tierra y su historia. Yo soy en realidad administrador de empresas, pero terminé más bien por estos lados. Quien sabe y este era mi destino. Yo desde chiquito viajaba con mi papá a todos lados, incluso nos íbamos a Colombia porque él era comerciante. Pero cuando empecé a interesarme más y más por nuestra historia y nuestras culturas fue cuando estaba por allá por el sur, en la costa ecuatoriana. Me enamoré de las cerámicas de la cultura Valdivia, una de las más antiguas de América, de cómo los nativos representaban a la Venus, a la mujer. Luego vine acá a Quito. Y empecé a instruirme mucho. Por eso cuando vienen antropólogos o profesores yo les puedo responder con certeza. Y además el amor por las enseñanzas de nuestros antepasados. Usted ve como les explico a los gringos que los quitu caras tenían una tecnología avanzadísima, que hace miles de miles de años ya supieron determinar cuál era la verdadera mitad del mundo, allá en Catequilla. Qué misión geodésica francesa ni qué nada, los francesitos se equivocaron, nuestros nativos no. Ya ve como les explico que para mantener frescos los alimentos nuestros indígenas construían esa especie de refrigeradora natural, cuando ni siquiera había luz ni agua potable ni los inventos más básicos. Ya ven, les digo a los gringos, hace miles de años el runa construyó esta refrigeradora no frozz, con su sabiduría y lo que tenía al alcance. Los gringos se ríen, y toman fotografías, pero sé que en el fondo entienden lo que les hablo. Y cuando vienen los españoles acá, les hago pasar al museo etnográfico donde están un par de casas hechas de adobe y de cangahua, casas bajitas. Claro, ellos han de decir casas propias para pitufos. Pero yo les digo: no es que eran chiquitas por la estatura del indígena. No. La razón era que la casa y la familia era considerada como la base, y se tenía un respeto único para ese núcleo. Por eso, quien llegaba a casa, para entrar obligado tenía que agacharse y esa especie de beña, era un saludo de profundo respeto. En todo pensaba el runa, en todo.
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18.- Carla
Uno de los productos ecuatorianos que más he encontrado afuera es el banano. Sólo aquí, en Roma, ya he visto decenas de cajas Made in Ecuador en fruterías y kioscos. La gente los compra a un precio elevado. Y pensar que en Ecuador apenas cuesta centavos. No sé diga conseguir otras variedades. O no se encuentra o son consideradas frutas exóticas. ¡Ja! frutas exóticas lo que en mi casa comemos a diario: plátano seda, orito, maqueño verde, maqueño amarillo, maduro, barraganete, domínico, etc., etc., etc. Qué emoción ver en la mismísima capital italiana esos platanitos de mi tierra. Pero, por otro lado, me da rabia. Claro, sólo se ven las cajas de la empresa del magnate Álvaro Noboa. PREMIUM BANANAS, y abajo un sellote que dice Chiquita. Paked for and distributed by Chiquita International, Ltd. Bermuda. Product of Ecuador. Pero quiénes son los trabajadores que se sacan la madre cultivando, cuidando y cosechando los dichosos plátanos. ¿Cuánto ganan los trabajadores en la famosa empresa Chiquita?
(Tomado de “La Dama es una Trampa” de Galo Galarza)