Me tengo por poco práctico, pero en cambio, soy un espíritu curioso. El verdadero poeta de nuestro tiempo (no el constructor de versos estériles y paralizadores) dispone hoy de una amplia paleta con muchos colores, que puede utilizar según sus necesidades y la sutileza de su antena. Yo no llamaría desviaciones a esta diversidad, sino registros. A cada época le corresponde su clasicismo. La imagen tiene gran importancia en nuestra sociedad. ¿Qué impide al poeta utilizar códigos nuevos y darles un contenido ético que no les da la sociedad de consumo? El reto está lanzado. No sé qué serían la literatura y el arte si faltara ese sentido de aventura. Me parece algo así como imaginar una forma sin espacio.
(Joan Brossa. Añafil2. Ed. Huerga y fierro. Madrid 1995)