Los Emanglones
El trabajo está muy mal visto entre los emanglones y si es prolongado les suele acarrear accidente.
(fragmento)
Tras varios días de intenso trabajo puede ocurrir que un emanglón no consiga dormir.
Le tienden boca abajo, le meten en un saco, pero es en vano. Ese hombre está agotado. No tiene fuerzas ni para dormir. Porque dormir es una reacción. Hay que ser capaz de realizar ese esfuerzo y además estando cansado. Así pues, ese pobre emanglón languidece. ¡Cómo no va a languidecer, si permanece insomne entre personas que duermen cuanto quieren! Pero algunos, si viven junto a un lago reposan algo a la vista del agua y de los dibujos sinsentido trazados por la luna y consiguen vivir algunos meses, aunque mortalmente arrastrado por la nostalgia del sueño total.
Se les puede reconocer fácilmente por sus miradas a un tiempo errabundas e insistentes, miradas que absorben el día y la noche.
¡Insensatos que han querido trabajar! Ahora es demasiado tarde.
(De 'En otros lugares'. Ed. Alianza. Madrid, 1983)