Escribo para mí. Para mi placer. Para mi vicio. Para mi dulce condenación. No me siento un escritor. Sí, en todo caso, un lector apasionado, capaz de conversar horas y horas sobre un libro. Pero ajeno. Y cuando uno escribe tampoco se siente un escritor, porque se está trabajando en la inconsciencia y lo único que importa es escribir. Porque hay tres cosas que a mí me han sucedido, me suceden que tienen similitud: una dulce borrachera bien graduada, hacer el amor, ponerme a escribir.
EL PUEBLO EN LLAMAS
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el pueblo engañado
el pueblo expropiado
el pueblo acosado
el pueblo manipulado
el pueblo desahuciado
el pueblo agotado
el pueblo dominado
el pueblo quemado...
Hace 17 horas