sábado, abril 17, 2010

Gino & Carlo

photo by Mark Álvarez
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De un tiempo a acá me he vuelto regular en Gino and Carlo. Ya no voy a Specs, Tosca o Vesuvio con la misma frecuencia de antes. Debe ser que por mi forma de ser: cíclica, suelo cansarme de las mismas caras y siempre necesito un respiro (a excepción de Mark y un par de personas). Siempre me habían hablado de este barcito como uno de los más tradicionales de North Beach, pero no fue sino a hasta este viaje que decidí entrar. Me alegra haberlo hecho. Me siento cómoda, y el hecho de que no me conozcan como en los otros bares me da más tranquilidad para escribir. G & C (548 Green St) tiene el sabor de la old school y el sabor del viejo barrio italiano. Construído en 1942, el local tiene entre sus paredes fotografías de quienes también fueron clientes frecuentes como Frank Sinatra, Jake "the Ranging Bull", Muhammad Ali, entre otros.
me encanta media luz
los gemelos Mochello que acababan de llegar de un viaje a Ecuador

Frankie Rossi, bartender de G & C
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Los cantineros, amables y descomplicados, son los mismos propietarios. Sobretodo Frankie que con frecuencia me protege de los tipos subidos de tono que se me acercan a interrumpir o a invitarme a alguna bebida. Además los viernes hay una bandeja con pizza gratis para todos. De vez en cuando Frankie me regala un trago, ya sabe que me gusta straight wodka. En realidad a veces cambio de bebida dependiendo el bar. En Specs, por ejemplo, bebía cerveza negra o vino, en Tosca whisky o tequila, en Vesuvio cognac o porto. O a veces sólo agua. Aquí me gusta el vodka, vodka puro y con hielo. La música me agrada y hay una rockola en la esquina. No pasa mucho tiempo para darme cuenta que este lugar también está lleno de locos. A excepción de los muchachos argelianos que trabajan en Caffe Trieste y que a veces vienen para jugar billar, los demás son personajes un tanto extravagantes. La muchacha rusa aparentemente lesbiana porque me sedujo desde el principio y que jugaba a disparar cerditos de plástico en la cabeza de los que estaban en la barra, el escritor que siempre usa gafas y chompa de cuero y emite pequeñas risitas extrañas, el cantante medio cojo que siempre esta función, el viejo Charles que sabe contar las historias del viejo barrio y dice estar fascinado con mi rostro exótico, etc., etc. Además he descubierto que muchos policías vienen acá. No los reconozco porque no están en uniforme, pero algunos me han visto con Mark. Mark me hablado bien de este sitio aunque nunca venga. Cuando le pregunté por qué no venía me dijo: "Acá vienen muchos policías. Y a mí, fuera del trabajo, no me interesa ir a donde están ellos". Son respuestas como esa que me encantan. Además, el otro día hizo una buena definición de los otras bares: "En Specs están los perdidos, en Tosca los que se creen, en Vesuvio están cada vez más turistas. Pero en Gino & Carlo están los trabajadores, la gente del barrio."

Cheers

el cantante cojo
tres cerditos ebrios caminando por las páginas de mi diario
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Han pasado varias semanas. Al entrar ya Frankie prepara mi bebida sin decirle nada. Todos los locos me saludan, la rusa, el escritor de las gafas, el cantor cojo, Giorgio, el tipo que dice haber sido amigo de Jonis Japlin. El ambiente es liviano. Me muevo rápido como una gata nocturna. There she is - comentan mientras me acerco-, the mysterious lady. Y yo sólo sonrío, pongo un billete en la rockola, me voy a mi esquina, doy un sorbo a mi vodka y escribo en mi diario hasta que el reloj marque la 1 y 30 y Mark deje su uniforme y me pase retirando.