El horizonte es una línea azul, intachable. Mi habitación es como el mundo y nadie visita el mundo. En realidad, buen aspecto tiene el cielo sin mí. El azul se estrecha como una chimenea. Al estilo de un globo aerostático, la mirada mía de piloto jubilado trepa la atmósfera. Se trata, evidentemente, de un sueño porque mi cuerpo enfermo se aprieta contra el colchón levadizo. Lejos de la estación espacial, la curva se amplía como perímetro de lumbre, como destello de una luna perdida. Mi cerebro sólo espera el diseño del meteoro, el abrazo con la estrella perdida.
Barrido de Campo. Cascahuesos Editores. Arequipa 2010