Vacío,
silencio, soledad. Nada. Ausencia.
De
algún modo el poema subyace, informe. La labor del poeta es hundirse en la
cueva primigenia y alumbrar. Recorrer luego el estrecho pasadizo y rescatar a
la idea de su sueño.
Se
trata de ser lúcido en la ceguera. Internarse en la selva hasta perderse,
esperar a que caiga la noche cerrada y, perdida toda noción de realidad, toda
referencia espacial o temporal, abrir los ojos en la negrura, como el búho, y
esperar. Y ver.
(Alguien aquí. Notas acerca de la escritura
poética. Ed. Hiperión, 2007)