¿Y ese tal Polleri está presente
en las tres novelas cortas?
Sí, en la primera me reconozco en
toda mi adolescencia un poco loquita. En la segunda, ese personaje grandote y
tartamudo también soy yo con mis inhibiciones. En la tercera, lo que más noto
es el sentimiento de orfandad. Por más que mi madre, que fue muy cariñosa, y mi
padre, un tipo totalmente muy ido, me dieron mucho amor, desarrollé “capacidades
diferentes”, como dicen mis hijos para joderme. Digamos, hubo muchas cosas que
las aprendí a las patadas. Y yo creo mucho en aprender a las patadas. Pienso
que, al fin y al cabo, todo en la vida es una cosa de huevos, de si tuviste
huevos o no para hacer esto o lo otro. Es la filosofía según Polleri. Esa es mi
máxima para hoy. Tenés huevo o no tenés huevo. Me gustaría estar nombrando a
Heidegger, pero mi filosofía se basa en que hay que dejar todo en la cancha. En
la calle, no hay bibliotecas, nadie te habla del ser y la nada antes de
clavarte un puñal…
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