Me encanta esta foto con mi
madre, aparte de su belleza luminosa, en ella habita una gran metáfora; puro
instinto. Su rostro, con esa sonrisa tan suya, tan Chío, tan entregada; y sus
dos manos sosteniendo las mías. Yo, en mi trajecito azul, un poco
temerosa, pero sobre todo perpleja ante lo desconocido (sabía que algo
estallaría después del golpe), pero al mismo tiempo confiada porque estaba ella
ahí, conmigo. ¡Y sigue estando (ayudándome a romper otro tipo de piñatas) y eso
lo celebro a diario!
Tengo el milagro de tus manos,
con todo lo que ello implica. Perdóname por mis imperfecciones, por haberte
hecho tantas veces preocupar con mis riesgos, viajes y aventuras ¿Pero qué
puedo hacer si tengo unos genes revoltosos y temerarios? :) Te amo infinitamente, mamita.
Gracias por enseñarme a sostener, y, sobre todo, a sostenerme. Fortaleza y
convicción, siempre.
Y bueno, mi presente en este día
será llevarte al teatro, digno regalo para una actriz maravillosa y natural
como tú. Quiero reír y reflexionar contigo. Gracias por heredarme tu amor hacia
lo más sencillo y verdadero; y por enseñarme, sobre todo —y pese a todo—, a
sonreír.