domingo, mayo 31, 2015

Encuentro


(México. DF. 2015)

Supe de lejos —movida por la intuición— que fueron sus manos quienes labraron esa escultura: The Palmist (cera perdida, bronce / 2011). ¿Quién más que Leonora Carrington pudo haber incrustado un par de ojos profundos en las manos de un ave antropomorfa? Ella, quien alguna vez sentencio: "¿El mundo que pinto? No sé si lo invento; yo creo que más bien es ese mundo el que me inventó a mí.”
Lo mismo me ocurre con la poesía. Luces y sombras confluyen en este espacio, pero los colores se me revelan como son.

La foto fue tomada por mi madre, otra rara avis en esta intensa travesía. Hace poco vimos juntas, en medio de las pirámides de Teotihuacan, un enorme arcoíris redondo. ¡Estaba entero! ¡Totalmente entero! y lo seguí con la mirada un buen rato sin temor a quedar ciega de tanta belleza. Fue un milagro que, personalmente, jamás había presenciado; entonces fui feliz, como lo soy ahorita escribiendo estas letras desde este pequeño cuarto de hotel en el corazón de Veracruz (porque nos vinimos del DF para conocer al menos un pedacito de la costa mexicana). De manera que por ahora, sólo sé que quiero seguir viendo este tipo de manifestaciones simples y fantásticas por el mundo; quiero seguir creyendo en los milagros.

sábado, mayo 30, 2015

Felipe Polleri - Hay que dejar todo en la cancha



¿Y ese tal Polleri está presente en las tres novelas cortas?

Sí, en la primera me reconozco en toda mi adolescencia un poco loquita. En la segunda, ese personaje grandote y tartamudo también soy yo con mis inhibiciones. En la tercera, lo que más noto es el sentimiento de orfandad. Por más que mi madre, que fue muy cariñosa, y mi padre, un tipo totalmente muy ido, me dieron mucho amor, desarrollé “capacidades diferentes”, como dicen mis hijos para joderme. Digamos, hubo muchas cosas que las aprendí a las patadas. Y yo creo mucho en aprender a las patadas. Pienso que, al fin y al cabo, todo en la vida es una cosa de huevos, de si tuviste huevos o no para hacer esto o lo otro. Es la filosofía según Polleri. Esa es mi máxima para hoy. Tenés huevo o no tenés huevo. Me gustaría estar nombrando a Heidegger, pero mi filosofía se basa en que hay que dejar todo en la cancha. En la calle, no hay bibliotecas, nadie te habla del ser y la nada antes de clavarte un puñal…

La entrevista completa aquí

jueves, mayo 28, 2015

David Eagleman - Incógnito (las vidas secretas del cerebro)



(fragmento)

La nuestra es una historia increíble. Que sepamos, somos el único sistema del planeta tan complejo que ha emprendido la tarea de descifrar su propio lenguaje de programación. Imagínese que su ordenador de mesa comenzara a controlar sus propios dispositivos periféricos, se quitara la tapa y dirigiera su web cam hacia su propio sistema de circuitos. Eso somos nosotros. Y lo que hemos descubierto escrutando el interior del cráneo figura entre los logros intelectuales más importantes de nuestra especie: el reconocimiento de que las innumerables facetas de nuestro  comportamiento, pensamiento y experiencias van inseparablemente ligadas a una inmensa y húmeda red electroquímica denominada sistema nervioso. La maquinaria es algo totalmente ajeno a nosotros, y sin embargo, de algún modo, es nosotros. 


(Ed. Anagrama. Barcelona, 2013)

Indeed



miércoles, mayo 27, 2015

Pura magia

(Museo Estatal de Etnología, Leiden, Países Bajos)


Libro mágico, utilizado por los hechiceros de la tribu Batak Toba, Sumatra del Norte, Indonesia. 

lunes, mayo 25, 2015

¡Viva México, cabrones!


México, DF
( 2015)

madre mía


Angélica Liddell



¿Crees que para el hombre de hoy sigue teniendo algún atractivo esa condición efímera de lo escénico? 



El teatro hace patente un amor por la muerte, un culto por lo efímero, como una especie de impulso de aniquilación, la sensación de que algo muere. Como actriz yo lo he sentido así, hay una atracción por lo fatal, da igual el género dramático, es algo que está sucediendo y que puede fallar. Algo que está ocurriendo sobre la cuerda floja y en cualquier momento se puede caer la trapecista (y todo el mundo empieza a aplaudir). El actor se puede equivocar, puede incluso abandonar la escena. Eso no existe en la literatura, ni en el cine, por ejemplo. Tal vez es esa especie de tanatofilia lo que hace que siga existiendo público para el teatro. Y eso debemos tenerlo muy en cuenta también los autores, quiero decir, responder a la expectativa de riesgo con la que el público se enfrenta al escenario, volver a poner la escena sobre esa cuerda floja, sobre la caída y muerte del trapecista. 

Además está la cuestión de lo compartido, eso es importantísimo. Los gestos de los que están a tu alrededor como espectadores construyen la obra contigo. Si escuchas un comentario negativo durante la función, esto también está construyendo la obra contigo. La congregación no es solo entre el espectador y la obra, sino entre los espectadores. El público entre sí construye ese rito, lo construyen entre todos. 



(Entrevista completa aquí)

viernes, mayo 22, 2015

Los ingrávidos - Valeria Luiselli



(fragmento)

Supongo que la diferencia entre ser joven y viejo radica en el grado de frivolidad con el que nos relacionamos con la muerte. De joven, era tal mi desprecio por la vida que me iba provocando muertes cada vez más opulentas. Lo jodido es que ahora, que preferiría estar vivo nomás, me he provocado una muerte lenta, humillante y aburrida. Mis muertes en Manhattan eran rápidas y venían de fuera: un subway me partía los huesos del cráneo: un negro me enterraba un cuchillo a la salida de un bar; me estallaba el apéndice a media noche; me dejaba caer a una calle desde el último piso de un edificio del Distrito Financiero. Pero la muerte en Filadelfia se me acerca como un gato mustio, me embarra el culo contra la pantorrilla, me lame las manos, me araña la cara, me pide de comer; y yo le doy de comer.

(De 'Los ingrávidos'. Valeria Luiselli. Ed. Sexto Piso. Madrid, 2014)

martes, mayo 19, 2015

Y cuando despertó, México todavía estaba allí


(photo by Chío. México DF. 2015)


No, no es una alucinación, estoy vibrando en medio de esta caótica e interesante ciudad. Me vine con mi madre (sonrío en la foto para ella). Ahora, camino a Coyoacán, a la Casa Azul, habitada en su momento por Frida Kahlo.

domingo, mayo 17, 2015

Alan Moore - Sobre la escritura y los escritores


Todos los perros son azules - Rodrigo de Souza Leão



(fragmento)

Detesto el espejo. El espejo sólo sirve para mostrar cómo empeoramos con el tiempo. La primera cosa que quebré allá en casa fue el espejo. Ni siquiera me importó lo de los siete años de mala suerte. Después fui a las bebidas y, poseído por una locura irrefutable, fui tirando, una a una, la botellas de whisky en el suelo. Quedó un lugar muy peligroso. Un mar de trozos de vidrio. Algunas cosas no se quebraron, como el vidrio de la mesa grande de la sala, que se mostró indestructible. Un adorno de la mesa también era irrompible. Había cosas que se derretían con sólo tocarla, que se autodestruían con una caricia, y otras que se mantenían impávidas. Mi papá vino y me pidió que parara. Yo no paraba. mi sobrina pequeña gritaba. Mi hermano gritaba. Mi mamá gritaba. Mi hermana gritaba. 
¡No eso, no!
Eso lo rompo y voy a romper más. Lo rompo. Lo rompo. lo rompo. 
Llegó la policía y me esposó.
Me llevaron a urgencias al Pinel.
¿Por qué lo rompiste?
Lo rompí porque estoy hecho de trozos de vidrio, y cuando los trozos de vidrio me invitan, desordeno todo. 
  
(Ed. Sexto Piso. México DF, 2013)

martes, mayo 12, 2015

Neil Gaiman




Cuando comienzas tienes que lidiar con los problemas del fracaso. Necesitas entereza, presencia de ánimo, para aprender que no todos los proyectos sobreviven. La vida freelance, la vida en el arte, es a veces la del náufrago que arroja al mar mensajes embotellados con la esperanza de que alguien encuentre uno, lo lea y meta en la botella algo que navegue hasta la orilla de su isla desierta: comprensión, un encargo, dinero o amor. Y deberás resignarte a la molestia de que quizás mandes cien mensajes antes de que te llegue la respuesta.


(Gaiman, Neil. Errores infalibles para (y por) el arte)

Un poema de Fabio Morabito




No sé si volveré a escribir,
tan lejos me queda el poema de ayer,
adió s al que escribió esos versos,
al clásico que fui,
hoy le saco punta a un lápiz,
este es mi clasicismo,
dejar el lápiz listo con su punta,
la lengua lista con su lápiz,
todo en la punta de la lengua,
la vida lista pero no vivida,
como una caja nueva con sus lápices
de inigualables puntas,
obras de un genio afilador.
Misterio de la infancia y de la vida:
¿quién le sacaba pinta a esos lápices?,
¿quién, dónde, cómo vive
quien saca punta a los lápices de otros,
el que sin escribir lo sabe todo,,
que saca las virutas del camino,
que afila sin decir una palabra
y no se embarca en ningún ritmo?
¿Dónde el poeta que no escribe,
desde la punta que se niega a ser usada,
dónde la lengua aun guardada en una caja?

lunes, mayo 11, 2015

La gran ventana de los sueños - Rodolfo Fogwill



Prólogo (Fragmento)


Había una vez que yo soñé algo y lo olvidé. Ese sueño y sus no imágenes me siguen hasta hoy, cuando han pasado casi treinta y nueve años. A eso se llama vivir, o haber vivido, pendiente de un olvido. Es natural ahora, cuando el olvido roe las neuronas, pero aún recuerdo que aquella vez, hace casi cuarenta años, soñé y olvidé y desde entonces pienso que el grueso de la memoria se compone de cosas negras hechas de puro olvido. La memoria está llena de olvido, llena de olvido, vacía de sí, llena de olvido, casi hecha de puro olvido. Uno mismo termina hecho de puro olvido. La idea era recordar los sueños. (...) Joven, pronto imaginé que bastaba tomarlos en serio y recordarlos al despertar y evocarlos un par de veces rato después de despertar, para fijarlos en la memoria. Por un tiempo. Parece que el sueño sucede en un espacio (¿será la mente, la conciencia, el interior..?) al que vendrían a caer los sueños siguientes para desplazarlos a otro lado. La nada oscura. A veces pienso, –y es como un sueño ese pensar–, que si realmente uno tomase con toda seriedad el propósito de recordar los sueños y se aplicase a ello y se esforzase, podría llegar a recordarlos a todos. Es decir, recordaría incluso a los que fueron olvidados. Al menos su nombre, “sueño del pato que habla”, “sueño del zapatito de la bailarina”, etc. Pero venimos hechos de una materia incapaz de esforzarse mucho y muy poco propensa a tomarse alguna cosa con seriedad. Por eso, si uno quisiera recordar los sueños, podría anotarlos al despertar y ejercitarse en aprender a despertar en el momento justo de haberlos soñado: abrir esa ventana. Alguien se estará preguntando porque este relato de una muestra de cosas soñadas se llama “la gran ventana de los sueños”. (...) Es cierto que me gustó usar la palabra “ventana” y después de elegirla veo que alude a una ventana rara, que no se abre a ninguna parte. Es decir, se abre al sueño: pura imagen y tiempo que no suceden en lugar alguno. Y que ahora, malamente, se reproducen sobre papel como simulando una obra.
Y tal vez sean una obra. Obra del sueño u obra del dueño, siempre será más original que cualquier intento de ficción. Cualquiera –y a mí me ha sucedido– puede volver a escribir o a reescribir la obra de otro, pero nadie podrá resoñar tus sueños ni soñar los suyos con tu propio estilo de soñar, o de escuchar tus sueños.

(fragmento tomado del Clarín)

sábado, mayo 09, 2015

El orden natural



Hoy volví a danzar y eso me pone inmensamente feliz. El movimiento continúa en mi rostro. Gracias a Hervé Maigret y al colectivo Paralelo 0 por ese maravilloso taller de danza contemporánea. Y por recordarme que la danza —en gran medida— es un juego; uno muy serio como todas las artes que logran salvarnos de la realidad.

(Mi mano sujeta —o se sujeta— de 'Aurelia, o el sueño y la vida' de Gérard de Nerval).



jueves, mayo 07, 2015

Cumpleaños de mi madre




Me encanta esta foto con mi madre, aparte de su belleza luminosa, en ella habita una gran metáfora; puro instinto. Su rostro, con esa sonrisa tan suya, tan Chío, tan entregada; y sus dos manos sosteniendo las mías. Yo, en mi trajecito azul, un poco temerosa, pero sobre todo perpleja ante lo desconocido (sabía que algo estallaría después del golpe), pero al mismo tiempo confiada porque estaba ella ahí, conmigo. ¡Y sigue estando (ayudándome a romper otro tipo de piñatas) y eso lo celebro a diario!

Tengo el milagro de tus manos, con todo lo que ello implica. Perdóname por mis imperfecciones, por haberte hecho tantas veces preocupar con mis riesgos, viajes y aventuras ¿Pero qué puedo hacer si tengo unos genes revoltosos y temerarios? :) Te amo infinitamente, mamita. Gracias por enseñarme a sostener, y, sobre todo, a sostenerme. Fortaleza y convicción, siempre.


Y bueno, mi presente en este día será llevarte al teatro, digno regalo para una actriz maravillosa y natural como tú. Quiero reír y reflexionar contigo. Gracias por heredarme tu amor hacia lo más sencillo y verdadero; y por enseñarme, sobre todo y pese a todo, a sonreír.