No podía creerlo. Días antes había leído varios de sus poemas tras la vitrina del beat museum, costaban como 150 dólares cada uno y venían con un dibujo incluido y su firma. Coño, dije en ese entonces, no tengo dinero para pagar sus poemas, y entonces decidí copiarlos a manos, gaste como casi una hora. Pero tengo sus poemas. Nunca imagine que días después, ella estaría interesada en conocerme. Y que me escribiría en mi cuaderno verde sin tener que pagar nada.
Esa tarde me paso de todo. Y tuve que llegar corriendo a las 6. Cuando entre al Trieste estaba ya en la mesa de centro Jack, Linda y su hermana. Linda bebía vino rojo. Cuando nos vimos la reacción fue mutua. Abrazo fuerte y brindis… literalmente a la salud de Hank. Hablamos un buen rato. La verdad al principio se me hizo difícil encajarla en mi cabeza. La registraba en mi memoria como aquella jovencilla guapa que aparece en una de las fotos con Bukowski. Pero ahí estaba Linda era ella con sus sesenta y tantos anos. Y todavía con la sonrisa amplia cada vez que decía Bukowski. Creo que hasta el día en que muera no dejare de nombralo, me dijo. Hablamos sobre su hija quien para mi sorpresa visito Ecuador hace algún tiempo. Estuvo en Quitu, en un proyecto interesante. Y Linda dijo que le causaba curiosidad por las cosas que su hija le contó sobre mi tierra. Además me contó sobre un proyecto que tiene, un film que tiene que ver con el viejo Buk, ella esta haciendo una adaptación de una obra suya, esta escribiendo el guión, y su hijo que es realizador la llevara a cabo. Jack le dio a unos cuantos poemas míos. Hablamos sobre poesía, sobre mi viaje, sobre sus recuerdos. Le conté, desde luego sobre Resaca Hankover , y se sorprendió. Le encanto la portada y pregunto si hay alguna edición en ingles, que le encantaría leer esta antología. Le dije que no, pero le pregunte que si hay algún otro proyecto similar ella podria colaborarnos y me dijo que no habría problema. Intercambiamos direcciones, mas brindis y un par de fotos. Carajo, Hank, faltabas tu en la mesa.
Lo que mas he conocido de San Francisco es North Beach y las casas de los artistas. North Beach es mi barrio, lo adopte, me adopto. El barrio italiano, pero sobretodo el barrio que guarda ese espiritu beat en el que el arte se lo vive a diario, en los cafés, en los bares en la legendaria City Ligths, en Vesuvio, donde Kerouac era cliente frecuente, Spects, Tosca, Trieste...... En fin, es precisamente en el callejón entre City Lights y Vesuvio donde se encuentra un mural que me encanta, y del cual Patxi Irurzun, uno de los coordinadores de la antología HANKOVER RESACA, un homenaje a Charles Bukowski, escribió un reportaje hace algún tiempo. La siguiente foto la tomo Conrado Henríquez, uno de los amigos que trabaja en Vesuvio. Hoy por hoy, el mural, pintado por latinos, lleva el mensaje de la resistencia indígena en México, la de los zapatistas. Esta foto va para Patxi y todos aquellos en los que son capaces de pintar en los muros de la conciencia.

