Es frecuente que haya mucha distancia entre los mitos creados por una colectividad y sus costumbres reales. Este hecho es sobre todo evidente en lo que concierne al papel de los viejos en las sociedades primitivas. Entre las más desheredadas, muchas exaltan míticamente la vejez. Entre los esquimales son numerosas las leyendas que relatan el salvamento milagroso de un anciano; un castigo terrible cae sobre los que habían conjurado para desembarazarse de él. En otros relatos se describe a las gentes de edad como magos, poderosos, inventores, curanderos. Los primitivos suelen representar a los dioses como grandes ancianos llenos de vigor y sabiduría. Entre los esquimales, la diosa Nerwik es una mujer muy vieja que vive debajo del agua, con os espíritus de los muertos: a veces se niega a proteger a los cazadores de focas, hasta que un chamán viene a peinar su cabellera. En otros casos, una vieja es la que dirige los vientos. Entre los hopis, una vieja mujer-araña es la inventora del artesanado. Los ejemplos abundan. Pero veremos que en la práctica nada influyen esas fábulas.
(La vejez. Simone de Beauvior. Ed. Debolsillo. Bogotá, 2013)