
22:00. La última función termina. Las luces se apagan. El payaso llora. Todos se han marchado como de costumbre. El payaso se siente ridículo frente al espejo. El payaso está viejo, cansado y solo. El payaso se apresura a guardar sus cosas, pero se detiene mientras piensa: Es preciso regresar al abrazo sincero. El payaso sale corriendo del circo. La ciudad se ahoga en su propia lluvia; el payaso la atraviesa y llega al lugar deseado. El payaso golpea la vieja puerta de madera. Sale una anciana. El payaso no dice nada, sólo la mira fijamente a los ojos por largo rato. Los ojos son lo único que reconoce de él mismo -lo único real que le queda-. La mujer entiende su mensaje y lo abraza. El payaso llora y en un suspiro estalla. Mil retazos de colores flotan en el aire. Sólo queda su rostro falso en el regazo de la madre. La verdadera función concluye.