jueves, febrero 21, 2008

105 años de Anais Nin

Hoy se cumplen 105 años del natalicio de una de mis mujeres: Anais Nin (Paris,1903- Los Ángeles,1977). La neurótica, la descarada, la transgresora, la bailarina de flamenco, la que al principio no fue tomada en cuenta por algunos editores y tuvo que imprimir sus propios libros, ayudando también a sus amigos, todos ellos escritores underground en Nueva York. La que estaba convencida de que la única anormalidad es la incapacidad de amar, la que mantuvo intensos romances con Henry Miller (quien le dedicó a Anais Primavera Negra) y con su esposa: June Mansfield, con sus psicoanalistas René Allendy y Otto Rank, con Joaquín Nin, su padre, entre otros, y su amistad con intelectuales y artistas como Dalí y Gala, Carpentier, César Vallejo, Pablo Neruda, Chaplin, Cortázar, Blaise Cendrars y Tanguy, André Breton, Antonin Aratud, etc.
Hoy celebro su legado, y estoy contenta porque finalmente he adquirido Incesto: Diario Amoroso (Ed. Siruela, Madrid, 2006). En él, Anais continúa el relato iniciado en Henry y June (1986). Abarca el período de su vida entre octubre de 1932 y noviembre de 1934 y completa el primer volumen (1966) de El diario de Anais Nin. Cabe indicar que para la autora, el diario fue su confidente último y lo escribió ininterrumpidamente entre 1914 y 1977. El libro también incluye una serie de fotografías de Anais y sus allegados, como por ejemplo una de Antonin Artaud, tal como aparece en el filme de 1928 La Pasión de Juana de Arco, así como un retrato de Anais, tocada con un sombrero de piel, pintado por Henry Miller.
Les dejo dos fragmentos de sus Diarios.
A tu salud mi querida Anais.

Anais Nin y sus diarios en una bóveda

"(...) No he tenido tiempo de anotar las mentiras. Quiero empezar. Supongo que no deseaba ni verlas. Si la unidad es imposible para el escritor, que es un «mar de protoplasma espiritual, capaz de fluir en todas direcciones, de engullir todo objeto que encuentre en su camino, de introducirse por todas las grietas, de llenar todos los moldes», como dijo Aldous Huxley en Contrapunto, al menos es posible la verdad, o la sinceridad sobre las insinceridades de uno. Es cierto, como dijo Allendy, que enriquezco con sentimientos reales lo que mi mente engendra ficticiamente, y, de buena fe, me dejo convencer por mis propias invenciones. (...)"

"(...) Anoche lloré. Lloré porque el proceso a través del cual me he hecho mujer ha sido doloroso. Lloré porque he dejado de ser una niña con una fe ciega de niña. Lloré porque he abierto los ojos a la realidad, al egoísmo de Henry, al ansia de poder de June, a mi insaciable creatividad, que ha de mezclarse con otros y no se basta a sí misma. Lloré porque ya no puedo creer y me encanta creer. Todavía soy capaz de amar apasionadamente, pero sin creer. Eso quiere decir que amo humanamente. Lloré porque de ahora en adelante lloraré menos. Lloré porque ha desaparecido el dolor y todavía no estoy acostumbrada a su ausencia.