
cuando me embriago, cada uno marcha por su lado
jurando encontrarnos en el Río de Plata de los Cielos.
Li Po.
Li Po.
El hombre sostiene convulso un poema de Li Po entre sus manos. Lo lee en voz alta con el fervor de un feligrés desesperado en busca de respuestas. El hombre está solo, sin amigo que acompañe. Dionisio se ha marchado. A él corresponde proteger a quienes fermentan pensamientos en muchedumbre. El hombre permanece solo y el poema de Li Po amortigua su impotencia. El hombre lo lee por quinta vez, y ya embriagado de poesía se pregunta a sí mismo: ¿Cuántas veces he sido expulsado de mi propio río Yangtze? ¿Cuántas encerrado para que no abrace a la luna? Cuándo entenderán que yo también soy un inmortal exiliado en la tierra.