Hay libros que se niegan a ser escritos. Se mantienen en sus trece año tras año
y no se dejan convencer. No se debe a que el libro no esté ahí y no merezca ser
escrito; solo se debe a que la forma adecuada de la historia no se muestra.
Cada historia tiene una única forma adecuada, y si no logras encontrarla la
historia no se contará. Puedes probar una docena de formas inadecuadas, pero en
ningún caso llegarás muy lejos antes de descubrir que no has encontrado la
adecuada; entonces la historia se detendrá y declinará seguir adelante. En el
relato Juana de Arco comencé seis veces de manera equivocada, y cada vez que le
presentaba el resultado a la señora Clemens, respondía con la misma crítica
letal, el silencio. No decía una sola palabra, pero su silencio hablaba con la
voz del trueno. Cuando finalmente encontré la forma adecuada la reconocí de
inmediato, y sabía lo que ella diría. Lo dijo sin dudar ni vacilar.
A lo largo
de doce años intenté seis veces contar un relato breve y sencillo consciente de
que se contaría por sí solo en cuatro horas si era capaz de encontrar el punto
de partida adecuado. Me apunté seis fracasos; más adelante, un día en Londres
le ofrecí el texto del relato a Robert McClure, y le propuse que lo publicara
en la revista y ofreciera un premio a la persona que mejor lo contase. Me mostré
muy interesado y seguí hablando sobre el texto durante media hora; después dijo
él:
“Tú mismo lo has contado. Solo tienes que escribirlo como lo has contado.”
Me
di cuenta de que tenía razón. Cuatro horas más tarde estaba terminado a mi
satisfacción. De modo que tardé en componer dicho relato cortito, que he
titulado “El sello de la muerte”, doce años y cuatro horas.
Comenzar
adecuadamente es, ciertamente, fundamental. Lo he comprobado demasiadas veces
para ponerlo en duda. Hace veinticinco o treinta años que comencé un relato que
iba a girar sobre las maravillas de la telegrafía mental. Un hombre iba a
concebir un plan por el que sincronizaría dos mentes, a miles de millas una de
otra, que les permitiría conversar libremente a través del espacio sin ayuda de
cables. La comencé cuatro veces de manera inadecuada y no marchaba. Tres veces
descubrí mi error después de haber escrito alrededor de cien páginas. Lo
descubrí por cuarta vez cuando llevaba escritas cuatrocientas páginas… luego lo
dejé por imposible y arrojé todo al fuego.
EL PUEBLO EN LLAMAS
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el pueblo engañado
el pueblo expropiado
el pueblo acosado
el pueblo manipulado
el pueblo desahuciado
el pueblo agotado
el pueblo dominado
el pueblo quemado...
Hace 16 horas