¿cómo hacer un balance de todo lo que se me cruza ahora mismo por la cabeza? Después de todos esos meses que trabajé muy duro, planteándome desafíos (llegué a ocupar un cargo que era todo un reto para mi carrera profesional, muy duro y que demandaba mucha responsabilidad, análisis y entrega) jornadas completas casi de lunes a lunes, lo que implicó que físicamente me sea casi imposible avanzar con lo que de verdad me llena en esta vida: leer, escribir, danzar y viajar por mi cuenta, Mark fue el primero en apoyarme, un gran soporte, sé que él creyó que lo haría bien desde el principio, pero también es cierto que luego me hizo mucha falta, habría esperado que el hombre que se supone era/es mi compañero estuviese de verdad a mi lado, y no hablo físicamente, pues más allá de la distancia, esperaba de verdad sentirlo como un confidente, como un amigo en todo momento, como lo que normalmente era, y sin embargo se ha ido tornado cada vez más ausente (a pesar de que siempre está, por así decirlo) que ahora se limita a mensajes tan cortos y simples, que hasta preferiría no leerlos, ya ni si quiera me molestan ni me duelen, me da igual (y creo que eso es lo más doloroso), o se limita a aparecer sin ni siquiera saludar ni preguntar cómo estoy para sólo colocar un par de links de noticias interesantes o la fotografía de algún libro, y con frecuencia, eso sí, a darme pequeños indicadores del clima. Llueve. Calor. Frío. Sigue lloviendo. Muy frío. Etc. (¿Qué carajo importa si llueve o no cuando ni siquiera le interesa cómo me siento?) Según él la culpa fue mía por mis paranoias y conclusiones absurdas de aquella última semana en San Francisco en la que me volví loca y más neurótica de lo normal. Y luego de ello con mis propias paranoias ya una vez que estaba en Quito. No lo sé, me sigue pareciendo insuficiente un argumento así para no valorar todo lo demás, todo lo que he sentido, escrito, hecho por él. A M. le consta todo lo que he luchado por nuestra historia. En un momento dado M. llegó a ser la persona que más sabía de mi vida y de lo que pasaba por mi mente, en este mundo, ahora se limita a saber rasgos generales, y muchas veces creo que se entera más por este blog que por mí misma (como bien podría hacerlo cualquier lector desconocido de aquí o la China, da igual). El amor que he cultivado por este hombre desde el primer día que lo conocí es muy grande, y él lo sabe. Pero ahora me siento un poco en el aire. Ya no siento su mano. Dejé hace un par de meses el otro trabajo en la presidencia. Luego me salió la oportunidad de ser profesora en una universidad (lo que me dio más flexibilidad de tiempo). Escribí, dancé, viajé. Ahora concluyo esa etapa y dentro de poco volveré a San Francisco, a North Beach, a mi barrio querido. Y no sé si tengo igual o más temor de la primera vez que regresé. Me siento como incompleta en ese sentido. No sé lo que M. en verdad piensa o siente. Y aunque parezca tonto ni siquiera sé si en verdad quiere que regrese. No sé que pasará allá. Y ésta no es la incertidumbre de la buena, de la que me impulsa, de la que me eleva. Me da miedo, mucho miedo ser sólo yo la que apunta en una dirección que no existe más que en mi cabeza.
SER CÁTARO
-
en este estado
corrupto
que apesta
ser puro
ser ácrata
ser libre
ser cátaro
es la mayor
disidencia
sobre las llamas
libérate
*Vicente Muñoz Álvarez*
Hace 3 horas