El amante perpetuo de la poesía es el silencio. O, para el jugueteo, los poetas que insolentes se permiten atravesar su jardín de cuchillos y algunos hasta intentan meterse entre sus sábanas. Ven, entra en mi carne que es tu carne, susurra gozosa la muy puta abriéndose al poeta aquel que tenemos derecho cada cien años. Y allí se los tiene en su ménage a trois - poesía, poeta y silencio- venciendo en su cancha a la misma Muerte.
EL PUEBLO EN LLAMAS
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el pueblo engañado
el pueblo expropiado
el pueblo acosado
el pueblo manipulado
el pueblo desahuciado
el pueblo agotado
el pueblo dominado
el pueblo quemado...
Hace 17 horas