martes, agosto 10, 2010

La tentación del fracaso - Julio Ramón Ribeyro


fragmento de su Diario
París, 27 de agosto de 1954
Lucidez inútil. Hago esfuerzos tenaces para no comenzar una novela. Me agoto levantando y derribando objeciones. Todavía es temprano, me digo, no hay que apresurarse. Hace años, sin embargo, que me digo lo mismo. Francoise Sagan, una chica de dieciocho años, ha escrito una novela maestra. Tengo la certeza de que si tuviera ella 25 años, como yo, jamás la habría escrito. El tiempo me vuelve cauteloso y estéril. Ya pasó mi edad de la autobiografía. Me seducen los frescos, los vastos cuadros de costumbres. Mis taras culturales son sin embargo gigantescas. La novela es un producto social, no individual. Brota del genio colectivo, de la herencia cultural acumulada durante siglos. Francoise Sagan no hace más que recoger el rédito del vasto capital almacenado por el genio narrativo francés en el curso de su historia. Yo, detrás de mí, sólo tengo leyendas, tradiciones, sainetes. Para un sudamericano es más fácil hacer una revolución que escribir una novela.