(Luanda, 1970)
Has
hablado antes de Séneca; creo que es tu escritor predilecto.
Si
tuviese que elegir el libro que más marcó, no mi literatura, sino mi vida,
escogería sin duda Epístolas a Lucilo de Séneca. Autodisciplina, un
cierto estoicismo, alejamiento de los ruidos del mundo, todo esto me influenció
y aún hoy me marca. Pero no es fácil: vivimos entre sucesivas aproximaciones y
alejamientos del mundo.
¿Qué
otros escritores sientes cercanos?
Tengo
cientos y cientos de influencias. Intento cada semana ganar una o dos
influencias. Procuro estar atento, soy buen lector; y más allá de la literatura
intento ver también lo que se está haciendo en arte contemporáneo, en teatro,
en danza. Intento ver/leer las cosas buenas. Deleuze habla de un poder, de una
fuerza, a la que normalmente se presta poca atención. Dice que hay dos grandes
poderes: el poder de tocar e influir a otros, y esto es, claro, algo que
un escritor siempre pretende (en mi caso, felizmente, está sucediendo algo muy
interesante, pues hay muchos artistas, gente del teatro, de la música, de la
ópera, etc. que están haciendo cosas, creando a partir de mis libros, lo que es
muy agradable), y el de tener la capacidad de ser influido. Creo que eso es
fundamental: tener la capacidad para recibir, estar atento, ser receptivo,
absorber las cosas buenas que están ahí. Es necesario ser fuerte para influir,
y es necesario ser fuerte, muy fuerte, para ser influido, para ser receptivo.
En cambio, lo que encuentro peligroso y negativo es que alguien sólo esté
influenciado por uno o dos autores; yo pretendo que sean miles de autores los
que ejerzan su influencia sobre mí.
(Entrevista realizada por Félix Romeo para la Revista Minerva)
Para leer la entrevista completa pisar firme aquí