"El
hombre muerto baja del cadalso. Lleva su cabeza sangrienta bajo el brazo.
Los
manzanos están en flor. Él sigue su camino hacia la taberna del pueblo mientras
todos miran. Allí, se sienta a una de las mesas y pide dos cervezas, una para él
y otra para su cabeza. Mi madre se frota las manos en el delantal y le sirve.
Hay
tanto silencio en el mundo. Uno puede oír el viejo río, que en su confusión a
veces se olvida y fluye hacia atrás."