Disfruto
mucho sentarme a mirar. Parece simple pero no lo es. No todo mundo sabe mirar.
Sentada en esta mesa de Cafe Brioche me he llevado gratas sorpresas. Cannibal
Carl nunca viene porque dice que una vez soñó que un bus se estrellaba contra
el vidrio donde ahora descansa mi cabeza. Dice que es mucho riesgo sobre todo
porque la parada del bus queda aquí, juntito a mi mesa, pero lo cierto es que a
mí me parece una posición perfecta. Cada vez que se abren y cierran las
puertas, esa actividad que parecería ofrecer las mismas imágenes monótonas de
siempre, son las que me permiten repensar una serie de cosas que sin la
autenticidad de esa rutina no existirían. Así como algunos disfrutan encontrar
figuras de animales en las nubes, a mí me gusta encontrar similitudes entre
esos pasajeros anónimos y algunos escritores, actores o músicos. Hay días en
los que no encuentro ningún parecido entre unos y otros, pero también hay días,
como hoy, que en menos de una hora vi a través de la ventana a un Truman Capote
cuarentón moviendo la cabeza con sus audífonos puestos, a un Albert Cossery con
bigote y maletín, y a un Johnny Cash extremadamente delgado, bostezando como si
hubiese querido exhalar, en el acto, toda su desidia, probablemente salía del
trabajo, otro tipo de Folsom Prision, hambriento, cansado, ansioso de
encontrar, un día de estos, la verdadera libertad.
EL PUEBLO EN LLAMAS
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el pueblo engañado
el pueblo expropiado
el pueblo acosado
el pueblo manipulado
el pueblo desahuciado
el pueblo agotado
el pueblo dominado
el pueblo quemado...
Hace 18 horas