Las clases o seminarios
de escritura son tan poco "necesarios" como este libro o cualquier
otro sobre el oficio de escribir. Faulkner lo aprendió trabajando en la oficina
de correos de Oxford, Mississippi. Hay otros escritores que han asimilado lo básico
estando en el ejército, trabajando en una fundición o haciendo vacaciones en
una cárcel cuatro estrellas. Yo aprendí la parte más valiosa (y comercial) de
lo que sería mi oficio lavando sábanas de motel y manteles de restaurante en la
lavandería New Franklin de Bangor. La mejor manera de aprender es leyendo y
escribiendo mucho, y las clases más valiosas son las que se da uno mismo. Son
clases que casi siempre se imparten con la puerta del estudio cerrada. Los
debates de los seminarios pueden revestir gran interés intelectual, y no
despreciemos su aspecto divertido, pero también es verdad que suelen irse por
los cerros de Úbeda, muy lejos de la simple mecánica de la escritura.
Stephen King. Mientras escribo (2000)