Parto hacia el aeropuerto sin dormir, como siempre. La única diferencia es que esta vez el avión lo abordaré junto a mi hermana y mis padres. Los cuatro volaremos hacia el norte y estaremos juntos la primera parte de la ruta, luego ellos regresarán a Ecuador y yo avanzaré hasta San Francisco, mi segundo hogar.
Sé de antemano que este viaje me será decisivo en muchos aspectos. Mi corazón, mi cabeza y mi cuerpo son un hervidero. Trato de no pensar mucho por ahora. Simplemente me limito a disfrutar la sonrisa de los tres seres que me acompañan y a los que amo infinitamente.
Despega el avión y Quito me despide como siempre. Abajo quedan sus curvas y sus luces intermitentes. Abajo queda mi ciudad, como una madre, que esperará paciente mi regreso.
Sé de antemano que este viaje me será decisivo en muchos aspectos. Mi corazón, mi cabeza y mi cuerpo son un hervidero. Trato de no pensar mucho por ahora. Simplemente me limito a disfrutar la sonrisa de los tres seres que me acompañan y a los que amo infinitamente.
Despega el avión y Quito me despide como siempre. Abajo quedan sus curvas y sus luces intermitentes. Abajo queda mi ciudad, como una madre, que esperará paciente mi regreso.