Diferentes días, diferentes horas:
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Amé la clase de danza. Mi maestro, Waira, nos está enseñando danzas guerreras. La de hoy fue la de Quetzalcoatl, la serpiente emplumada. Mucha percusión y sonajas, mucha mucha fuerza.
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Mi madre va forjando cada vez más su camino. Y yo lo celebro. Ha decidido estudiar teatro, uno de sus sueños. Yo la apoyo totalmente.
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Si nos hubiésemos conocido en siglo XVIII también lo habría hecho.
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El aire está más seco que de costumbre
Pero tengo una noche propia
Y por hoy eso me basta.
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Mi felicidad es una felicidad castrada.
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Soy una funambulista desgarrada
Como una guitarra a la que le falta
una séptima cuerda.