"Al
cineasta Godard le gustaba entrar en las salas de cine sin saber a qué hora había
empezado la película, entrar al azar en cualquier secuencia, y marcharse antes
de que la película hubiera terminado. Seguramente Godard no creía en los argumentos.
Y posiblemente tenía razón. No estaba nada claro que cualquier fragmento de
nuestra vida fuera precisamente una historia cerrada, con un argumento, con
principio y con final. El punto y aparte era algo intrínseco a la literatura,
pero no a la novela de nuestra vida."
Enrique Vila-Matas