Orfeo
Cuando
escribí sobre las mujeres en sus bailes y salvajismo, era una
máscara,
en
su montaña, buscando oro, cantando, en orgías,
era
una máscara; cuando escribí del dios,
fragmentado,
exiliado de sí mismo, de su vida, el amor ido a pique con canciones,
era
yo misma, partida al medio, incapaz de hablar, exiliada de mí misma.
No
hay montaña, no hay dios, hay memoria
de
mi vida desgarrada, abierta al medio en el sueño, el niño rescatado
a
mi lado entre doctores, y una palabra
de
rescate de los grandes ojos.
¡No
más máscaras! ¡No más mitologías!
Ahora,
por primera vez, el dios levanta su mano,
los
fragmentos se juntan en mí con su propia música.