viernes, noviembre 09, 2007

El cantante Gilberto Gil: ministro de la "contracultura"

De los músicos contemporáneos a los que he querido conocer, el brasileño Gilberto Gil ha sido siempre uno de mis favoritos. No sólo por su trayectoria como cantautor, poeta y cineasta sino también por su compromiso social y político. Sin embargo, me resultaba cada vez más lejana la posibilidad de un concierto suyo en el país. Era más realista esperar mi viaje a Brasil y poder asistir a uno de sus espectáculos, y de todas formas estarían presentes factores como la edad (Gil tiene 65), enfermedad, etc. , que podrían retirarlo del escenario antes, como ocurrió hace poco -y para mi pesar- con doña Chavela Vargas.

Afortunadamente -y sin pensarlo- tuve la oportunidad de conocerlo en persona hace algunos días. No vino de gira musical sino por motivos políticos. Gilberto Gil es ministro de Cultura de Brasil (uno de los más polémicos sino el más) desde 2003, designado por Lula Da Silva. Esta ocasión fue invitado por el ministro de Cultura de Ecuador, el poeta Antonio Preciado, con el fin de firmar un acuerdo de cooperación entre los dos países, para llevar a cabo "intercambios de manifestaciones artísticas, apoyo a la realización de eventos, capacitación para especialistas, gestores y productores culturales, participación y producción conjunta en proyectos y programas artísticos". Como parte de las actividades, Gil dictó una conferencia sobre Cultura y Desarrollo en la Fundación Guayasamín. Una de mis compañeras del grupo de danza me avisó sobre la conferencia y decidí ir. Allí fue donde pude acercarme, intercambiar unas pocas palabras y luego de que firmara uno de los cds que llevé: Kayan' Gan Daya, en el que hace un tributo a Bob Marley, tomarnos la respectiva foto...para la posteridad.

Gilberto Gil y una mujer que lo admira

No me decepcionó. Gil tiene toda la mística de los orixás en su rostro. Mientras él hablaba sobre los procesos culturales, propiedad intelectual y acceso público (Gil está de acuerdo con el software libre), y mientras Carlos Luis escribía algunas apreciaciones de Raymond Wiliams sobre la cultura como generadora de un entorno artístico, yo pensaba en qué dificil sería para él tener que seguir tanto protocolo y formalidad, cuando desde niño aprendió a ser libre, sin ninguna atadura social. Lo imaginaba de tres años, cuando aprendió a tocar su primer instrumento y decía que quería ser músico. Luego lo recreaba en la tierra caliente de Salvador Bahía, escapando de clases para poder cantar con sus amigos. Lo imaginaba de joven, fusionando el tropical, el reggae, el bossanova, el jazz, el blues y la música tradicional brasileña. Y más tarde, cuando fue tildado de subversivo, junto a Caetano Veloso y Chico Buarque, y encarcelado por el régimen militar brasileño en 1969, y que una vez liberado cambió su residencia a Londres para realizar su sueño y compartir escenario con músicos de la talla de Yes, Pink Floyd, Rod Stewart y la Incredible String Band.
Chico Buarque, Arduinho Colazanti, Renato Borghi, Z頃elso, Paulinho da Viola Ded頖eloso, Caetano Veloso, Nana Cayammi, y Gilberto Gil durante la Marcha de 100,000 en el 26 de junio de 1968

Al terminar su intervensión, todos trataron de acercarse a él; yo caminé decidida y le dije que su vida me parecía el mejor de sus poemas. Gilberto me sonrió y me preguntó como me llamaba, luego nos dimos un abrazo y le pedí que cante alguna estrofa de cualquiera de sus canciones. Me dijo que no podía ya que dos semanas antes lo habían operado de la garganta, a lo que respondí: no hay problema yo le canto. Gil volvió a sonreir, y con justa razón.

En palabras de Gilberto

Cultura y valor de uso: “La cultura vista como todo aquello que en el uso de cualquier cosa se manifiesta más allá del mero valor de uso. Cultura como eso que en cada objeto que producimos trasciende lo meramente técnico. Cultura como usina de símbolos de un pueblo. Cultura como conjunto de signos de cada comunidad y toda una nación. Cultura como el sentido de nuestros actos, la suma de nuestros gestos, el sentido de nuestras maneras".

Cultura y Estado: "Las acciones del Ministerio de Cultura deberán ser entendidas como ejercicios de antropología aplicada. El ministerio debe ser como una luz que revela en el pasado y en el presente las cosas y los signos que hicieron y que hacen que (un país sea un país) Brasil sea Brasil."“El Estado no hace cultura, el Estado crea las condiciones de acceso universal a los bienes simbólicos, las condiciones de creación y producción de bienes culturales, sean artefactos o mentefactos”.

El acceso a la cultura como un derecho básico: “Es porque el acceso a la cultura es un derecho básico de la ciudadanía, como el derecho a la educación, la salud, el medio ambiente saludable. Y es porque al invertir en las condiciones de creación y producción estaremos tomando una iniciativa de consecuencias imprevisibles y ciertamente brillantes y profundas, ya que la creatividad cultural brasileña, de la colonia hasta hoy, siempre fue mucho más allá de lo que permitían las condiciones educacionales, sociales y económicas de nuestra existencia." "En rigor, el Estado nunca estuvo a la altura del hacer de nuestro pueblo. Por lo tanto, es preciso ser humildes y al mismo tiempo no dejar de actuar como Estado. El Estado no debe optar por la omisión, evadir responsabilidades, apostando todas las fichas a los mecanismos fiscales, entregando así la política cultural a los vientos, los sabores y los caprichos del dios-mercado. Claro que las leyes y mecanismos de incentivo fiscal son de la mayor importancia, pero el mercado no lo es todo y nunca lo será, su lógica siempre es regida por la ley del más fuerte."

Sobre la intervención estatal y la “clientela”: "El ministerio no puede ser una caja que pase presupuestos a una clientela preferencial. El Estado no hace cultura, pero formula políticas públicas para la cultura, no con la mentalidad del viejo modelo estatista sino para abrir caminos, estimular, abrigar. Para hacer una especie de don antropológico, masajeando puntos vitales momentáneamente despreciados y dormidos del cuerpo cultural del país. En fin, para atizar lo nuevo y reavivar lo viejo.Entonces, no se trata sólo de expresar o reflejar. Las políticas para la cultura deben ser intervenciones, como caminos reales y vecinales, como caminos necesarios y atajos urgentes. Por eso es que la política cultural del gobierno (Lula) pasa desde este instante a ser parte del proyecto general de construcción de una nueva hegemonía en nuestro país. Como parte del proyecto de construcción de una nación realmente democrática, plural, tolerante, parte de un proyecto creativo y consistente de radicalidad social".

La multiplicidad cultural: "El papel de la cultura en ese proceso no es apenas táctico o estratégico, es central. La multiplicidad cultural (brasileña) es un hecho. Paradójicamente, nuestra unidad cultural también lo es. De hecho, podemos decir que nuestra diversidad interna es hoy en día uno de nuestros trazos de identidad más nítidos."

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