19 de diciembre de 2013
Empiezo
el día con una imagen bizarra. Mientras venía caminando al periódico, bajo la
garúa de Quito, pasó a mi lado el mismísimo Edgar Allan Poe —con su rostro
inconfundible—, pero trotando en pantalones cortos. La imagen me sorprendió
muchísimo. Sin embargo, venía casi atrasada por lo que no me detuve. Luego pensé
que de nada habría servido parar; al fin y al cabo, el maestro murió en 1849.
Apuré el paso y —como un guiño del cielo— apareció un pájaro negro y enorme a quien saludé gritando: ¡Nevermore!
Todo esto sucedió en 15 segundos, pero la magia sigue girando dentro de mí.
Todo esto sucedió en 15 segundos, pero la magia sigue girando dentro de mí.