miércoles, julio 31, 2013

Esa sensación neurótica - George Orwell


(Marruecos, 1939)

Hace ahora 16 años que se publicó mi primer libro, y unos 21 que empecé a publicar artículos en las revistas. Durante todo este tiempo no ha habido literalmente ni un día que no me pareciese que estaba perdiendo el tiempo, que tenía el trabajo atrasado, y que mi producción total era miserablemente pequeña. Incluso en las épocas en que trabajaba 10 horas al día en un libro, o escribía 4 o 5 artículos por semana, nunca he podido escapar a esa sensación neurótica de que estaba perdiendo el tiempo. Nunca obtengo satisfacción alguna del trabajo que tengo entre manos, porque siempre avanza más despacio de lo que yo quería, y además siempre me parece que un libro, o incluso un artículo, no existe hasta que está terminado. Pero, tan pronto como he terminado un libro, empiezo inmediatamente a preocuparme porque no he empezado el siguiente, y me atormenta la idea de que ese siguiente libro no llegará a existir, de que mi creatividad está definitivamente agotada. Cuando echo la mirada atrás y sumo la cantidad de cosas que he escrito, veo que mi producción ha sido considerable, pero esto no me tranquiliza; sólo me da la sensación de que antes poseía una laboriosidad y una fecundidad que ahora he perdido.

George Orwell, 1949
. Selección de fragmentos de un cuaderno

...

ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO ANACRONISMO... Y PROCRASTINACIÓN.

Objetos cotidianos - Juan Lamillar



Objetos Cotidianos

Sólo existen objetos cotidianos:
son los que nos liberan de la muerte,
los que más tenazmente trazan lindes
entre la realidad y lo ficticio.
Son templos frente al tiempo,
y en su débil materia prevalecen.
La cerámica azul de los tinteros,
plumas antiguas, cajas venecianas,
relojes que negarán las horas.
Sólo esto existe: lo que me acompaña
en la magia distinta de este cuarto.
Libros y cartas, la música, las fotos.
Sólo esto existe: la ventana miente.

El paisaje infinito (1992)